Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE

Alfonso González Jerez

Friedrich Merz, la penúltima oportunidad

No comprendía como su CDU depositaba su confianza en Angela Merkel, una sujeta tan insoportablemente centrista que se puso a cerrar centrales nucleares como si no hubiera un mañana y abrió las fronteras a los migrantes

Friedrich Merz.

Friedrich Merz. / REDACCIÓN

Friedrich Merz, el inminente canciller de la República Federal Alemana, lo tiene bastante crudo. Su objetivo es sanear la otrora próspera economía del país, conseguir que sus anunciadas limitaciones a la inmigración se materialicen rápidamente y cerrar un gobierno estable, eficaz y eficiente. Ese programa mínimo está al servicio de un propósito: debilitar a la extrema derecha alemana, impedir que se adueñe del poder en pocos años. O el nuevo gobierno triunfa o Alternativa para Alemania puede obtener tales resultados electorales que la coalición entre conservadores y socialdemócratas sea insuficiente. Algunos piensan que a Merz este encargo (que Alemania se reinvente económicamente sin que se dañe la democracia ni sufra mucho la cohesión social) le viene entre grande y muy grande, como la ropa. Mide casi dos metros y rara vez acierta con la talla. 

Merz es un político. Es lo que siempre quiso hacer: un gran líder político liberal-conservador. Ya en la adolescencia se apuntó a la organización juvenil de la CDU. Por disciplina familiar estudió Derecho y ganó una plaza de juez en 1980. Seis años más tarde dejó el juzgado, abrió un bufete y comenzó a ganar dinero, pero la política lo esperaba en la esquina. En 1989 fue elegido diputado del Parlamento Europeo y ahí siguió hasta 1994. Entonces regresó a la política alemana y en las elecciones legislativas de ese año consiguió escaño en el Bundestag y lo defendió con eficacia durante quince años, presidiendo el grupo parlamentario del CDU. En la práctica fue el jefe de la oposición durante el primer mandato de Gerhard Schröder. El canciller –que pocos años después se jubilaría y se pondría a trabajar para Vladimir Putin en una empresa pública rusa con un sueldo astronómico – lo trataba con un desdén que le sacaba de quicio. Pero lo más exasperante fue su reiterado fracaso por hacerse con el control del partido y postularse como candidato a la Cancillería.

Angela Merkel trabajó con él en el seno del partido y en el grupo parlamentario. Le ganó todos los retos hasta coronarse con la jefatura del Gobierno. Merz no comprendía como su CDU depositaba su confianza en una sujeta tan insoportablemente centrista que, por ejemplo, se puso a cerrar centrales nucleares como si no hubiera un mañana, y abriendo las fronteras a los migrantes. En 2009, nuestro héroe, harto, abandona la política y se pone a ganar dinero a lo bestia. Además de trabajar como abogado y como miembro del bufete de Mayer Brown, formó parte de media docena de consejos de administración. Pero al mismo tiempo preparaba su regreso.

Una vez la inmortal Merkel dimitió como lideresa democratacristiana y se jubiló, Merz fue a por la presidencia de la CDU y finalmente la cosechó en 2021. Sin duda, sintió que se acercaba su momento y, finalmente, en septiembre de 2024, la CDU lo designó como candidato a la Cancillería. Y ganó las elecciones pocos meses después con un mayoría estimable de los votos, pero con Alternativa por Alemania en una segunda posición. El hecho de que Merz ofreciera al SPD un nuevo gobierno de coalición, aunque ahora con él al frente, no debe engañar a nadie. El próximo canciller es muy de derechas.

El merkelismo ha desaparecido del CDU; en realidad, a Merkel se la considera ahora la máxima responsable de la decadencia económica e industrial de Alemania, de la caída de su productividad y de la dependencia energética frente a los rusos. Merz querrá aplicar su programa: a la ultraderecha se le combate con más derechismo, no menos. A saber lo que ocurrirá con el SPD cuando sea arrastrado a esa vorágine.

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