Opinión | 22M. Día Mundial del Agua
“Canto, río, con tus aguas De piedra, los que no lloran”
"Las ciudades y pueblos no son un negocio; necesitamos hogares que sean satisfactores de derechos"
"Porque sabemos que el agua es vida y la vida, comunidad"

El barranco del Poyo esta semana a su paso por Paiporta. / Francisco Calabuig
Tras meses en los que, para la Comunidad Valenciana, el agua ha sido destrucción, leer a Rafael Alberti nos devuelve su significado: agua, que es vida. Vida que lloramos, reímos y cantamos. Vida que, como afluentes de un mismo río, es comunidad.
Estamos en un momento donde “todo se desmorona” y, como en la novela de Chinua Achebe, el presente es otro, el futuro es incierto y el pasado, es historia. Historia que nos cuenta que el desastre no ocurrió solo el 29 de octubre. El desastre comienza cuando se permite construir en terrenos inundables; cuando se fomenta habitar lugares que no deberían ser habitables; cuando se prioriza el beneficio económico sobre la seguridad de las personas.
Y no, no queremos volver a lo que fuimos. Como Alberti, “yo nunca seré de piedra. / Lloraré cuando haga falta / gritaré cuando haga falta / reiré cuando haga falta / cantaré cuando haga falta”.
Auguramos un cambio estructural, un nuevo paradigma que ponga en el centro la vida, las personas y sus derechos. Y lo auguramos ahora, mientras reconstruimos nuestros hogares.
Reconstrucción que se nutre de nuevos aprendizajes porque “no sabes lo que es compromiso hasta que tienes que reconstruir tu hogar”, como decía Emi Mahmoud.
Y, mientras las administraciones siguen tirándose piedras, nos hemos organizado. Han surgido Comités de Emergencia y Reconstrucción locales que articulan, desde abajo, el apoyo mutuo y la autogestión como formas de resistir y reconstruir. Reconstruir no sólo física, sino socialmente. Resistir, viendo en el desastre una oportunidad para recomponer un tejido social debilitado por años. Un tejido que había olvidado que somos comunidad, resiliencia; que, entre los escombros, queremos decidir cómo se reconstruye.
Las ciudades y pueblos no son un negocio; necesitamos hogares que sean satisfactores de derechos. Exigimos servicios públicos, vivienda digna, asentamientos seguros y planificación ante futuras crisis climáticas. Que se apueste por un urbanismo que respete los ciclos naturales y no convierta cada inundación en oportunidad para especular. El apoyo mutuo ha demostrado ser respuesta efectiva en la emergencia. Pero no basta con resistir; es hora de construir alternatividad. Aunque el Estado debe garantizar nuestros derechos, la ciudadanía debe exigirlos y asegurarse de que hasta las personas más vulneradas puedan ejercerlos.
Esta manera de mirar el mundo, aplicando un enfoque de Derechos Humanos, ya lo defiende la cooperación valenciana en sus planes directores. Y son las ONGD quienes lo aplican a diario, motivo por el cual han estado coordinadas en la zona 0 desde el primer momento: aportando fondos, recursos, conocimiento, acompañamiento. Aunque actuamos donde las necesidades son extremas, también hemos estado y estaremos aquí, en la terreta.
Porque sabemos que el agua es vida y la vida, comunidad. La dana nos ha recordado que solos no podemos; que es el momento de organizarse, de co-construir un futuro resiliente, seguro y comunitario. Porque el próximo desastre no es cuestión de "si", sino de "cuándo". Y la pregunta es: ¿cómo queremos estar cuando llegue?
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