Opinión

Ya está bien

Los gobernantes de uno y otro signo, que han dado desgraciadamente demasiadas muestras de su falta de empatía tras la dana, no pueden seguir actuando con falta de responsabilidad

La DANA  dejó 228 muertos y causó daños por valor de miles millones de euros

La DANA dejó 228 muertos y causó daños por valor de miles millones de euros / EFE

La presentación el pasado viernes del primer gran informe sobre el impacto de la catástrofe que el 29 de octubre dejó 228 muertos y causó daños por valor de miles millones de euros, cuya correcta evaluación es imprescindible para cualquier plan de recuperación, fue reflejo de la penosa situación política que la Comunitat Valenciana padece. El Gobierno central dio plantón al autonómico, una actitud que debe recibir el más severo reproche. Previamente, el propio Gobierno autonómico había escalado en sus descalificaciones al de España, e incluso a la política medioambiental de la Unión Europea, dentro del tributo que Vox ha exigido al PP para aprobar los presupuestos.

En la mayor tragedia vivida en Europa en los últimos años, las víctimas aún no han recibido el reconocimiento que sería de justicia. Los máximos responsables gubernamentales, da igual si hablamos del Ejecutivo de Madrid como del de Valencia, siguen sin pisar la zona cero y tampoco son capaces todavía de reunirse con los damnificados salvo que sea de forma casi clandestina: fuera de sus municipios o incluso improvisadamente en un hall.

Tampoco se reúnen las comisiones intergubernamentales que deberían hacerlo, con la fluidez que deberían hacerlo. Lo más lamentable es que las dos personas designadas por ambas administraciones, el vicepresidente del Consell para la reconstrucción, Francisco José Gan Pampols, y el comisionado de La Moncloa para el mismo cometido, José María Ángel, han mostrado desde el primer día su disposición a coordinarse. Lejos de aprovechar su actitud y su conocimiento, por los que se supone que fueron nombrados, al primero su proceder coherente con la realidad que sufren los damnificados le ha supuesto el ataque furibundo de Vox sin que el PP haya salido firmemente en su defensa. Mientras que al segundo su propio Gobierno se empeña en que su papel sea secundario. Para pasmo de cualquiera que contemple lo que está pasando con un mínimo de objetividad, ninguno tiene ni equipos ni presupuesto para la magnitud de la tarea que teóricamente se les encomendó.

Lo más lamentable es que las dos personas designadas por ambas administraciones, el vicepresidente del Consell para la reconstrucción, Francisco José Gan Pampols, y el comisionado de La Moncloa para el mismo cometido, José María Ángel, han mostrado desde el primer día su disposición a coordinarse.

El sueldo que cobra el presidente Mazón no lo pagan sólo los ciudadanos que votaron al PP ni el que percibe Pedro Sánchez los que se reconocen del PSOE. Lo pagan todos los contribuyentes, a los que la confusión entre estrategias partidistas y gobernanza de las instituciones lesiona gravemente sus derechos.

A finales de este mes, las comunidades autónomas deberán declarar si renuncian a un 2% de los fondos europeos asignados para 2024 pero aún no ejecutados para que puedan emplearse en la reconstrucción de Valencia. A falta, pues, de días para que expire el plazo, ninguna ha comunicado su intención de hacer ese aporte e incluso alguna, como Castilla-La Mancha, ha expresado su negativa, aunque aún no formalmente. Podría considerarse falta de solidaridad. Pero es la muestra palpable de lo lesivo que resulta el clima de polarización política que soportamos. Ocupados en atacarse mutuamente, ni el Gobierno central ni el presidente Mazón han hecho la pedagogía política imprescindible para que el resto de autonomías comprendan la conveniencia para todos de que la Comunitat Valenciana remonte cuanto antes.

Es imperativo que se ponga fin de una vez por todas a esta situación. Aunque han sido muchas las voces, entre ellas la de Prensa Ibérica expresada en varios editoriales, que lo han pedido reiteradamente desde el primer momento, la sociedad valenciana debe seguir reclamándolo con toda la fuerza posible. Los gobernantes de uno u otro signo, que han dado desgraciadamente demasiadas muestras de su falta de empatía, no pueden seguir obviando por más tiempo su responsabilidad, que es la de procurar el bien de los ciudadanos en lugar de utilizarlos para enfrentamientos estériles que solo les perjudican. 

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