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Inmigración: pacto Sánchez-Junts

La inmigración genera un gran debate en toda Europa. Antoni Cañete, presidente de la patronal Pimec, que no es ‘woke’, lo ha abordado con crudeza: es absolutamente necesaria, sin inmigración sería imposible atender las necesidades de las empresas… con la oferta interna de mano de obra no cubrimos la demanda de ocupación. Pero genera reacciones contrarias y en algunos países -más si ha habido algún atentado- suben los partidos populistas que la atacan con furia. Con el 21% de los votos, la AfD quedó segunda en las elecciones alemanas del 23 de febrero.

Las reacciones emocionales -a favor o en contra- no ayudan. Pero la acomodación de los menores no acompañados (menas) es una obligación ineludible. Tenemos 4.000 niños amontonados en Canarias y 400 más en Ceuta. Hay que repartirlos por la península. No es una asignatura fácil, pero para un país de 48 millones de habitantes que crece por encima de la media europea, tampoco debe ser algo irresoluble.

Por eso, aunque no me sorprendió, sí me enojó la afirmación de Santiago Abascal de que estos menores tenían que “ser devueltos a sus padres y a sus países de origen”. ¡Pero si no sabemos ni dónde están sus padres ni, muchas veces, de dónde vienen! Las recetas imposibles no funcionan. Y llevamos más de un año arrastrando la situación de estos menores que el presidente canario, Fernando Clavijo, al frente de un gobierno de coalición con el PP, ha calificado de insostenible.

Los acuerdos entre comunidades no han funcionado y el intento del Gobierno de regular los envíos a la península no ha avanzado. El pasado verano la reforma del artículo 35 de la ley de extranjería para regular obligatoriamente la cuestión no prosperó por la oposición conjunta de Vox, el PP y Junts. Y los acuerdos entre Clavijo, que preside una coalición con el PP, y el Gobierno de Madrid no han ido adelante por la oposición del PP, seguramente asustado por Vox, que rompió gobiernos autonómicos por esta razón.

El problema seguía y tras una extraña y rocambolesca -como todas- negociación con Puigdemont, el Gobierno ha aprobado un decreto ley que será convalidado en el Congreso y que saldrá aprobado con el voto de Junts. Ahora el PP se exclama por el pacto con Junts y dice que el reparto favorecerá a Cataluña. Olvidando que Cataluña ya ha acogido a más de 2.200 menores. Pero si el PP y el Gobierno hubieran pactado la reforma -como pedía el Gobierno canario participado por el PP- su aportación habría sido decisiva y Junts no habría sido necesario.

¿Por qué el PP no ha pactado? Puede querer tener su línea en inmigración, pero no afrontar el problema candente de los 4.400 menores es otra cosa. Quizás el PP no quiere dar a Vox un argumento -Feijóo pacta con el ‘funesto’ Sánchez la inmigración, como populares y socialistas lo hacen en Bruselas- que podría inquietar a sus electores más a la derecha. El pacto de Mazón con Vox en Valencia, y más su aparente buena recepción por Feijóo, abonarían esta tesis. Así, en un asunto en el que todo se complica sin un acuerdo entre los dos partidos que gobiernan la mayoría de autonomías, el PP prefiere Vox al PSOE. Y, además, prioriza a Vox ante Ceuta y Canarias, donde gobierna o participa en el Gobierno.

Cierto, el PSOE ha optado por un difícil pacto con Junts que, además, será muy complicado explicar. Pero no había otro remedio para evitar que el problema siguiera pudriéndose. Por otra parte, la irritación del PP es extraña cuando se ha visto que con Junts han llegado -y quieren llegar a más- acuerdos de cierta relevancia. A veces, con posiciones razonables. El pacto de los menores entre el Gobierno y Junts no era lo mejor. El problema podía y debía haberse resuelto antes -y con menos ruido- con un acuerdo entre los dos partidos que gobiernan la mayoría de comunidades. La democracia es que Sánchez y Feijóo se enfrenten y que Cuca Gamarra y María Jesús Montero se tiren los platos a la cabeza. Pero no todos los días y no en todos los asuntos.

No hace falta que, como en Alemania, la CDU y el SPD, que se han combatido a fondo los últimos años acuerden, en pocos días y junto a los verdes, una gran reforma de la Constitución y negocien un Gobierno de coalición. Pero unas gotitas del consenso alemán nos irían bien.

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