Una noche en el Christopher Lee

Pese al desconocimiento real de lo que significa la doble ‘L’ en el escudo del Cap i Casal, cierto es que la ciudad es ambivalente, con cara de sol y de luna, como en todas partes, aunque aquí se necesitan gafas oscuras por el día para mitigar el resplandor sorollista. Quedan pocos oasis auténticos, esos que dan personalidad frente a las franquicias fritanga. Hay que celebrar que tras la traca fallera, Emmanuelle Malibert continue al frente de Atmosphère, ese genial bistrot afrancesado, donde esta valenciana de Biarriz imparte clases del buen vivir. Conocida por sus años en el Instituto Francés de Moro Zeid, pronto cumplirá su primer quinquenio enfrente del Jardí Botànic. También las animadas noches de los ochenta se han diluido en lo que ahora llaman tardeo, aunque quedan muy lejos del aquel ímpetu canalla de entonces, cargadito de licores y humo. Se hizo mucho autogobierno a la luna de València, pero cada tiempo tiene su espacio, y la nostalgia es carca, no así la memoria, ahora más imprescindible que nunca, aunque algunos estén arrepentidos de aquellas pintadas que hicieron a favor de l’Estatut.

Por eso la resistencia del mítico pub de la calle Pizón reconcilia con la auténtica València, la que exhibe una autoestima sin filtros. Su discreta entrada, equiparable a la de los mejores clubes del Greenwich Village, su atmósfera ‘beat’ con el carrusel vintage de máquinas de escribir en perfecto estado y su decoración cinematográfica, relajan antes de bajar las escaleras y toparse con el fotón del conocido actor británico de voz imponente que da nombre al local. Antes de aterrizar en las mesas de la coqueta plaza del club, recibes la sonrisa de bienvenida de Vidal y Mila, propietarios desde 1978, y él, camarero desde que abrió sus puertas siete años antes. Continúan haciendo el mejor Bloody Mary de la ciudad, con el picante justo, y todo el resto de selecta coctelería, y con esa alegría de copas multicolores y buena compañía se puede alargar la conversación hasta la madrugada como en ningún otro sitio, y sin molestar a nadie. Un tesoro.