Opinión | En el barro
Ganas de vomitar

Mazón entre en el pleno de las Corts antes de la sesión de control, este miércoles. / Fernando Bustamante
Hay tribunas que se titulan fatal. Otras casi no hay que esforzarse. Es el caso de esta, dedicada a una sesión de control prescindible en las Corts, hilvanada toda ella por la frase «no tienes lo que hay que tener» que Carlos Mazón dedicó el lunes a Sánchez entre el cobijo de múltiples cargos del PP. En la cámara la repitieron hasta aburrir. Unos y otros. Y entre medias, excrecencias y vómitos (de palabra) lanzados de una bancada a otra. Así que el titular sale solo: uno tiene ganas de vomitar.
Más allá del ‘gallinero’ (la expresión se oyó a gritos), la primera arcada tiene regusto serio, porque la sesión plasmó la vitalidad de la sociedad de Mazón con Vox. Lo que se vio es un president orgulloso de sobrevivir amarrado a la ultraderecha, echando pestes del Pacto Verde (una «losa horrible» para el campo), desplegando el viejo fantasma ultra del catalanismo y despotricando de la ley de l’Horta. Se vio a los dos unidos, Mazón y Llanos (él, no ella), cogiendo el ariete contra el malvado Sánchez, que pese a estar más lejos también es más culpable de lo sucedido que los que no estaban, pese a estar estos a unos metros de la riada y del centro de emergencias. Es el relato que comparten, no solo contra la izquierda, sino contra los que se manifiestan cada 29 y contra las resoluciones de la jueza. Y así, en virtud del pacto presupuestario y el respaldo de Génova, se vio a un president empoderado, jactancioso, no ya el que acariciaba nervioso mil veces la pila de folios en su primera parada en Corts para explicar la riada.
La otra conclusión mínimamente seria es el desplazamiento del vértice de la oposición hacia Compromís, con un PSPV que queda desenfocado en estos ‘happenings’. La conclusión tiene un punto injusto, porque el grupo socialista da el callo pidiendo información y rastreando datos en busca de luz para la triste tarde l 29 de octubre, pero cuando llegan estas fiestas plenarias, la voz que encuentra su sitio es la de Compromís. Se vio claro con Joan Baldoví subrayando el tuteo al president, una forma retórica de restarle legitimidad: «¿Dónde estabas tú a las 19 horas? Contesta si tienes lo que hay que tener». El final del duelo es un resumen del día: los de Compromís coreando ‘Mazón dimissió’, el PP aplaudiendo sin parar a Mazón y los socialistas mirando al tendido, sin saber qué hacer.
Lo demás es volver a las arcadas. Un diputado del PP encontrando su minuto machirulo de gloria con comparaciones caninas, un exalcalde socialista enviando a «fer la mà» al president y un conseller omitiendo interesadamente responsabilidades en las obras en los barrancos. El gallinero.
Y la arcada final, el portavoz ultra sube al estrado y comienza su perorata con la calma y distancia del que sabe que va ganando la partida entre bostezos («Mi cariño a los castellonenses en sus fiestas») y presume de Vox como el partido de «la responsabilidad».
Más allá de excreciones verbales, provoca malestar existencial tras estas jornadas el muro pétreo entre bloques y la imposibilidad del diálogo. Más allá de reflujos de partido, lo real es que ni Mazón, ni Sánchez, ni Feijóo, ni Abascal se han podido dejar ver en las zonas afectadas. No es para estar orgullosos. Para vomitar, diría de estar en la tribuna.
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