Opinión

El odio

El autor, que parece sentir una profunda fascinación por la oscuridad del alma humana, no ha debido bucear en el mal, causando el mal mismo

José Bretón y el escritor Luisgé Martín.

José Bretón y el escritor Luisgé Martín.

La polémica literaria más importante que ha generado un libro en los últimos años ha sido sobre un libro que la mayoría no hemos podido leer. Conocemos extractos, citas, y las reseñas de los críticos que habían recibido, por parte de Anagrama, las pruebas encuadernadas que los editores envían a particulares antes de la distribución.

Todo el mundo sabe que El odio, de Luisgé Martín, es un relato acerca de los horrendos crímenes de José Bretón -que mató y quemó a sus dos hijos en el año 2011, y que fue condenado por ello a cuarenta años de cárcel-, así como un intento de penetrar, al parecer, en la mente del asesino, igual que otros escritores célebres han hecho con anterioridad.

Todos sabemos también que Ruth Ortiz, la madre de los pequeños ha intentado paralizar la distribución del libro, y que la editorial, Anagrama, ha decidido finalmente renunciar a que el libro se comercialice.

Desde un punto de vista judicial, parece que el asunto no va a tener apenas recorrido. El hecho de dar voz al criminal, mediante cartas y declaraciones que aparecen en el texto, incumple claramente la ley, porque revela información que no se publicó en el sumario -la confesión del crimen-, y porque viola la orden de alejamiento con respecto a Ruth Ortiz.

El asunto se ha intentado analizar, sobre todo, desde el punto de vista de la libertad de expresión. Pero a mí me gustaría hablar acerca de los límites de la literatura y de la responsabilidad de los escritores.

Estoy seguro de que Luisgé Martín no ha pretendido exculpar al asesino de su responsabilidad ni minimizar los crímenes; pero ha cometido el grave pecado del creador: la soberbia de creerse ese célebre «demiurgo» artístico que puede erigir un universo al margen de la realidad. El autor, que parece sentir una profunda fascinación por la oscuridad del alma humana, no ha debido bucear en el mal, causando el mal mismo. Nadie debería ser tan insensato como para pensar que su proyecto literario puede estar por encima del dolor efectivo que se causa a la familia de los niños asesinados. Luisgé Martín ha cometido un enorme error de cálculo. Ahora bien, lo que ocurre es que, cuando se equivoca en sus cálculos un matemático, basta con que los descarte y rehaga, mientras que cuando se equivoca un escritor, su equivocación es un libro que ha costado años de trabajo y que ya no se puede corregir. En comparación con el sufrimiento real, la literatura apenas representa un divertimento prescindible.

Camus dijo que entre la verdad y su madre, elegía a su madre. Entre el dolor de una mujer que ha visto asesinados a sus dos hijos y la literatura, me pongo de parte del dolor de una mujer.

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