Opinión | Algo personal

València

Canciones para después de una dana

El coche se me llena de música en los viajes. Da igual Neil Young o Black Sabbath que Los Sírex, Els 5 Xics o Polaco Goyeneche.

Manifestación del 29 de marzo.

Manifestación del 29 de marzo. / Levante-EMV

El sábado 29 de marzo iba desde el pueblo a València. La sexta manifestación para exigir la dimisión de Carlos Mazón. Me gusta escuchar música en el coche. Casi siempre de mi tiempo. De todos los estilos. Pero de mi tiempo. De cuando los dinosaurios aún estaban vivos. Dicen que ya no existen desde hace millones de años. No sé. A mí me gusta pensar que el día menos pensado se me cruzará uno en la carretera. Son la leche los dinosaurios, ¿no? Los que salen en las películas de ahora no me gustan mucho. Son demasiado perfectos, como si una operación de cirugía estética los hubiera dejado sin arrugas, como los ninots de las Fallas que se ha perdido Mazón porque estaba huido. Los dinosaurios de mi tiempo eran otra cosa. Se movían con mucha torpeza, como si les pesara su estatura gigantesca, como si con una pachorra de calma veraniega fueran pisando huevos en vez de taxis y autobuses a su paso por las calles. Me chiflan aquellas películas en blanco y negro de cuando era crío en el cine de Gestalgar que ya no existe. En los pueblos de la despoblación ya no existe casi nada, aunque los neorurales (¡ay, señor!) digan que vivir en los pueblos es un chollo. Poco colorido tenían los años de la infancia. Por eso fue un acontecimiento que llegara a las tiendas la mantequilla de tres colores. Uno más que la bandera que había en las escuelas. La de la República también tiene tres, pero ésa no contaba en mi tiempo. Bueno, ahora tampoco cuenta, sea cual sea el color de los gobiernos. Qué cosas, ¡no?

Decía que iba a València el sábado 29 de marzo para decirle a Mazón que se fuera y nos dejara tranquilos. Pero claro, él lo que quiere es aguantar dos años más y poder irse a casa con un jornal de 75.000 euros anuales durante quince años. Eso sí que es un chollo y no comerte los mocos en los astillados territorios de la despoblación. A ese chollo lo llama el muy perillán «reconstrucción». Menudo morro. El caso es que el coche se me llena de música en los viajes. Da igual Neil Young o Black Sabbath que Los Sírex, Els 5 Xics o Polaco Goyeneche. Pero va y poco antes de llegar a la salida de L’Eliana en la CV-35 suena una canción que casi me lanza a la cuneta: «Ara us voldria dir / que em pesa tanta mort /, ara és moment amics / d’estar tots ben a prop /. Ara es l’hora i moment / de sortir al carrer / per a cridar ben fort / que el poble persisteix». Es Paco Muñoz, uno de mis amigos más imprescindibles, mi viejo hermano de cuando los sueños aún tenían la fuerza de un Tyrannosaurus Rex. Recuerdo que ese nombre se lo puso Marc Bolan a un grupo musical de finales de los años sesenta, antes de que su auto se hiciera chatarra, con él y su novia dentro, una noche de las que ya sabes casi seguro que será la última noche de tu vida. Volviendo a la canción de Paco Muñoz: no crean ustedes que la ha compuesto para que suene en las manifestaciones contra Mazón el fugitivo. Para nada: «Ara us voldria dir» forma parte del álbum La llibertat la picaren, el primero que grabó nada menos que en 1977. Un detalle: en ese mismo disco hay un himno que durará entre nosotros tanto o más que las abuelas del Tibet: «Què vos passa valencians?», con letra de Toni Mestre, otro que tal baila, otro de mis más necesariamente inolvidables. Con la dana de fondo me llegó hace días una invitación: el 11 de abril, VerdCel, con la colaboración de Iris Borràs, Mireia Vives y La Maria, presentarán en Benetússer Petricor, un concierto para recordarnos que la memoria nos hace falta si no queremos que el dolor se enquiste en las tripas dolorosas de la torrentera. 

Cartel de Petricor, el concierto solidario.

Cartel de Petricor, el concierto solidario. / Levante-EMV

Llegué a València y poco a poco iba llegando gente a la manifestación. En la cabecera, música, familias y colectivos que sufrieron la dana y ayudaron a aliviar el desastre cuando Mazón andaba no sé si haciendo la siesta mientras ríos y barrancos se llenaban de muertos y desaparecidos. Era emocionante ver cómo los aplausos retumbaban desde las aceras. Según las cuentas oficiales éramos 25.000 personas exigiendo la dimisión de un presidente de la Generalitat que chapotea desde hace cinco meses en el tarquín de la indecencia. Los de Vox lo tienen claro: caerá cuando quiera Abascal. A los fascistas les interesa que Mazón se pudra bien podrido en los barrizales de la dana. Qué asco da esa gentuza, ¿no? Qué asco.

En el regreso a casa escucho el último disco de Paco Muñoz. Es Gràcies, un concierto que dio el año 2005 en Almussafes. Canciones de otros artistas a los que admira desde siempre. En sus primeros años de músico ya escuchábamos en su voz a Quintín Cabrera, a Atahualpa Yupanqui, a Paco Ibáñez, a Luis Pastor, a Serrat… Ahora ha reunido esas canciones y las ha puesto guapas ese cerebro musicalmente privilegiado que es Nacho Mañó. Llegué a la casa de la calle Larga sin que se me cruzara un dinosaurio en la carretera. Otra vez será. A lo mejor cuando vaya a la séptima manifestación para exigir la dimisión de Mazón. Si es que para entonces, en vez de dimitir, aún sigue echándose entre ronquidos la siesta del Ventorro…

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