Opinión
Verdades incómodas para el feminismo
Sabemos que hay jueces y juezas que hacen ese cursillo sobre violencia machista pero igual que hay médicos con títulos que hacen malos diagnósticos o incluso negligencias, puede haber jueces o juezas que no interpretan bien

Manifestación del 8M de la Asamblea Feminista en el Cies Zapadores. / Miguel Angel Montesinos
Tras el caso Alves o lo de Bretón, una petición. Dejen de darnos lecciones de derecho que, o hemos estudiado en la universidad, o son de conocimiento público.
Sabemos que vivimos en un Estado de derecho, que la presunción de inocencia es básica, que un acusado puede mentir, que ellos pueden dar diez versiones sin que les perjudique, que los tribunales superiores corrigen a los inferiores, que la carga de la prueba está en la víctima, que si ellos tienen pasta pueden pagar una fianza o que no pisan la cárcel a cambio de hacer un curso. Y todo esto no resta que podemos hablar de los espacios de impunidad que genera este funcionamiento.
Sabemos, por las experiencias de ellas ante los tribunales, que puedes tener una condena que impida a tu agresor que se comunique contigo, pero que lo haga a través de un tercero. Que ya puedes denunciar nada más ser agredida con un protocolo, que los Mossos testifiquen a tu favor, que demuestres lesiones físicas, que haya un vídeo donde te derrumbes, o que presentes estrés postraumático… que serán aún pocas pruebas.
Sabemos que hay jueces y juezas que hacen ese cursillo sobre violencia machista pero igual que hay médicos con títulos que hacen malos diagnósticos o incluso negligencias, puede haber jueces o juezas que no interpretan bien. Si hacen el esfuerzo de leer el informe del Defensor del Pueblo cada año verán ejemplos a patadas en las instituciones.
Estoy cansada de que nos tomen el pelo cada vez que discutimos sobre estos casos. Cansada de que nos llamen alarmistas. Cansada de que nos digan que disuadimos a las víctimas. Cansada de que nos digan demagogas o que buscamos el aplauso fácil. Tienen más interés en mandarnos callar que en dejarnos hablar. No vaya a ser que dejemos ver las costuras del sistema. Desde el periodismo no somos juristas para dictar sentencia, pero sí damos contexto, también de las víctimas.
Si algo desvelan estos días son dos realidades. Una, que frente a la idea de que la ley se aplica de forma automática y con objetividad, las sentencias son un ejercicio de interpretación de jueces y juezas ante las pruebas. Nunca olvidaremos el que veía jolgorio y porno en una violación. Y dos, se demuestra la mentira de que solo el testimonio de las mujeres lleva a la cárcel a los hombres. Precisamente, como a veces solo está el testimonio, ellos ya saben que quedarán libres.
Dejen de atacar el feminismo constantemente en estos debates. No hay dolores subjetivos de las víctimas de violencia machista, hay delitos. Ni se juzga por ideología, sino por leyes aprobadas en las Cortes. Si quieren les muestro la cantidad de mensajes que tengo en mi buzón de esta semana, de víctimas diciendo que ya no van a denunciar o temerosas de su próxima sentencia. Desde el caso del libro de Bretón a la de Alves, una vez más, queda patente la nula comprensión de las violencias contra las mujeres, la negación de sus derechos como víctimas y la evidencia de quienes hablan sin tener ni una idea del trauma. Dejen de darnos lecciones y dediquen ese tiempo en escuchar a las víctimas. A ver si aprenden algo.
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