Opinión

Conciencia de clase

Zaplana y Camps, en el centro de València en la mañana de este lunes.

Zaplana y Camps, en el centro de València en la mañana de este lunes. / Levante-EMV

Veo la escena inimaginable de Zaplana poniendo la mano sobre el hombro de Camps con la sonrisa instalada en los semblantes y no puedo por menos que pensar en la izquierda que ni cuando deslizan caminar juntos dejan de escupirse. Es que acabo de escuchar a Ione Belarra, requerida acerca de si dialoga con otras formaciones, asegurar haber constituido candidaturas amplias porque Podemos va a hacerlo siempre y, tras ungir a Irene Montero porque para eso es secretaria general y no hay por qué darle más vueltas en círculos claro, concluir con que «estamos en actitud de respeto con IU y las cuestiones en el paraguas de Sumar son que tiene dificultades internas y contradicciones ideológicas». Efectivamente, agrupémonos todos en la lucha final.

No voy a remontarme a los tiempos de la Primera ni de la Segunda República ni de la Tercera si la Casa Real precipita su llegada dado que en aquellas décadas iniciales del XX la relación entre los grupos progresistas, revolucionarios y anarcos era una fiesta continua. No, prefiero relatar lo que constaté en vivo y en directo durante el tardofranquismo cuando el movimiento obrero y la agitación estudiantil alcanzaron su efervescencia ante la certidumbre de que lo que se había perseguido tantas veces en silencio o desde el exterior empezaba a tocarse con la yema de los dedos. Los más jóvenes que hoy anden ajeno a lo ocurrido pensarán: ¡Ah! Entonces primó la unidad de las izquierdas. Sí, bueno, una piña.

Entre el pecé, el peté y el emecé había odio africano. Tú pensabas: pero si los del régimen son otros. No he abierto con el afecto entre el pesoe y la prole de Carrillo porque este fue mucho más allá de que se apagara la lucecita del Pardo. Santiago se entendió mejor con Suárez que con los de la cuerda progre y viceversa y Felipe, con cerrarlo todo con Pujol, ‘negosi’ hecho. Teniendo en cuenta que la marcha que se traen apenas ha variado no es extraño que los exmandatarios de la Generalitat sonrían. Para una cosa que les queda... 

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