Opinión | EL MALECÓN

El factor Kroos

Toni Kroos.

Toni Kroos. / J.J.Guillen

El martes, jornada del estrépito ante el Arsenal, se cumplieron 311 días de la 15ª Copa de Europa del Madrid. Este Real de Vinicius y Mbappé no corre lo suficiente, resuena en el sector madridista. Falta equilibrio, lamenta a menudo Carlo Ancelotti. Pues aquel Madrid que fulminó al Borussia Dortmund en Wembley partió con Vinicius y Rodrygo como delanteros titulares, tan "auto rebajados" del servicio defensivo, sobre todo el primero, como ahora. Como en su día lo estuvieron Cristiano y Benzema, que no eran dos jabatos de pico y pala. Por entonces, y como en la 15ª, el Real tenía achaques de juego, pero era un equipo más estructurado. Un futbolista se encargaba de atornillar a unos y otros: Toni Kroos, un apologista del toque, con luces cortas y largas. Un reloj con botas.

En el palco del Bernabéu no había pirotecnia para que el alemán se entronizara con el dichoso Balón de Oro, abolengo que tanto se aprecia por Chamartín. El candidato "florentinista" era Vinicius y en el futuro inmediato el solicitadísimo Mbappé. Kroos estaba muy alejado de la pasarela de las celebridades galácticas. Además, el club ya había puesto en marcha la reconversión del trío Casemiro-Modric-Kroos, el único gabinete de medio campo que podría sentarse en la mesa de Busquets-Xavi-Iniesta. La apuesta blanca se orientó hacia un espinazo más cachas: Valverde, Tchouameni, Camavinga. Más tonelaje. Legionarios defensivos. Perfiles para un equipo más atómico. Paradójico, hoy es frecuente que el Madrid corra menos que cualquier adversario. En el Emirates, 13 kilómetros menos que los "gunners".

El fútbol de Kroos, como el de Modric, nunca requirió algoritmos ni cronómetros. Lo sutil no tiene medida. Sin otro Kroos, y con el croata en la casilla de salida, llegó el ambicionado Mbappé, una megaestrella indiscutible. Otro supremo del gol de los que nunca le faltaron al Madrid, con el arma nuclear de CR a la cabeza, el subidón goleador de Benzema tras la ausencia del portugués y hasta la graduación de Vinicius, hace un curso cada vez más clínico en el área rival. Con Mbappé se reforzó de lujo la senda del gol. Pero el factor Kroos no se tuvo en cuenta. Cuando saltaron las alarmas se apuntó a Ceballos, un buen futbolista, pero no en la escala del exjugador del Bayern. El vacío de Kroos no cabe como único argumento para explicar a este Real tan descosido, pero sí parece capital. Nadie baliza a los delanteros, nadie marca la hora: cuándo coger vuelo, cuándo poner la pausa. Como Pedri, como el De Jong actual.

Al Madrid esculpido con mármol de momento no le alcanza. No es un club en el que el estilo haya centrado nunca el debate. Lo suyo es ganar y ganar por las muchas vías que ofrece el fútbol. Ocurre que este Real no tiene juego ni canta una victoria tras otra. Con tanta lesión en la zaga se defiende como puede y con centrocampistas de poco angular no hila. En la vanguardia, como casi siempre, fabulosos delanteros sin retrovisor para la intendencia.

Un equipo desafinado en manos de Courtois y a los pies de Mbappé, lo que es mucho, pero no suficiente por ahora sin el mandato de un Kroos. Pero quién sabe. Si alguien es capaz de desafiar cualquier artículo futbolístico ese es el Real Madrid. Hasta el órdago del próximo miércoles con el Arsenal, retumbará en todo el universo el relato de las épicas remontadas. Más les valdrá a los muchachos de Arteta irse a Marte y no tertuliar jamás con los veteranos del Derby County, el Anderlecht o el Borussia Mönchengladbach.

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