Opinión | Reflexiones
La Pascua de Trump
Muy pocos días antes del inicio de la Semana Santa me llegó al móvil una imagen de unos niños pintando unos huevos de Pascua en su escuela. Me pregunté si alguien les habría explicado, sea publico o concertado, qué significado tiene y que lo verdaderamente importante no es el huevo, sino por qué se pinta el huevo. Las Pascua es la celebración de la Resurrección de Cristo, una renovación, un impulso de una vida nueva, con principios y valores nuevos. El huevo representa esa fertilidad, esa posibilidad que nos permite volver a ponernos en camino. Así que, si Trump es tan creyente, y le gusta hacer gala de su relación directa con Dios, tanto es así que la bala no le traspasó porque tiene una causa divina que cumplir porque Dios así lo ha decidido, dicho Dios al que reza, sólo es compresible a través de la figura de Jesús de Nazareth que presenta el cénit de su vida a través de la resurrección, implicando cambio y transformación: ¿va a cambiar Trump de ideas, de forma de ser y de iniciativas iluminado e inspirado por el tiempo pascual? Podrán adivinar y atisbar la ironía de la pregunta.
Mientras preparo este artículo leo su última perla -qué habrá dicho cuando lean este artículo: «Me están besando el culo» para referirse a los países que están negociando los aranceles. Genio y figura, sí, pero deberíamos comprender a este personaje que ha conseguido que todos hablemos de él. Quiere reventar el sistema porque a su alrededor tiene gente que cree a pie juntillas en teorías conspirativas para cuestionar el sistema democrático. Es diferente a Meloni, Le Pen y a toda la camarilla de la ultraderecha, porque es un fenómeno nuevo que todavía no habíamos visto en Europa. Anna Applebaum, Premio Pulitzer en 2004 por su relato excepcional de Gulag para narrar el totalitarismo comunista soviético, y estudiosa de las autocracias en la actualidad, dejaba claro en el mes de noviembre, cuando no había tomado posesión, que la nueva administración americana iba a suponer un desafío sin precedentes a nuestros valores y a la democracia. En su ultimo libro, Autocracia S.A., los dictadores que quieren gobernar el mundo, la periodista e historiadora americana señala que estamos ante el nacimiento de un nuevo entramado de reglas y de modos de vida que están penetrando en nuestra forma de entendernos, inaugurando una nueva cultura cuyo motor principal es la erosión del reconocimiento de la verdad hasta convertirla en un antigualla caduca e inservible.
Nos alerta de la seducción autoritaria a la que estamos asistiendo de la mano de una cleptocracia sumada a una plutocracia, esto es, ricos que utilizan el dinero sin ética alguna, donde se mofan del uso arbitrario del poder, a través de unas redes bien consolidadas con estructuras financiadas a nivel de seguridad y expertos tecnológicos que proporcionan vigilancia, propaganda y desinformación. Creíamos que con la caída del Muro de Berlín estábamos ante una nueva aurora. No fue así. Hoy estamos ante el renacer de un mundo que va más allá de Trump, pero que él ha acelerado de forma vertiginosa. Ahí está su mérito. No lo olvidemos. Esta es su nueva Pascua, su nuevo mundo, a la que estamos llamados a combatir y fijar posición. Es inaplazable.
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