Opinión | Tribuna
Aranceles, retroceso y desigualdad
La reciente imposición de aranceles por parte de Estados Unidos no es solo una amenaza para el comercio internacional, sino que también supone un paso atrás en el camino que llevamos décadas transitando en la lucha contra unas desigualdades que amenazan el desarrollo social y económico. Levantar muros comerciales en un contexto global marcado por la desigualdad, la emergencia climática y la necesidad de colaboración internacional, es cerrar los ojos ante la realidad que nos interpela como civilización.
Las barreras arancelarias no solo distorsionan el comercio. Son también una forma de olvidar que detrás de cada producto, de cada transacción internacional, hay personas, territorios y modos de vida que merecen respeto. Este tipo de decisiones unilaterales nos alejan de los principios de equidad, sostenibilidad y justicia social que deberían regir cualquier política global. Son medidas que nacen desde el privilegio y terminan por afectar, una vez más, a los más vulnerables.
La política arancelaria impulsada por la Administración estadounidense no solo golpea al tejido productivo europeo, sino que incumple de forma flagrante uno de los principios más importantes de la Agenda 2030: no dejar a nadie atrás. Afecta directamente a la meta de lograr un equilibrio económico planetario que garantice oportunidades para todos. Dificulta el avance hacia un sistema alimentario más justo, más inclusivo y más sostenible. Y pone en jaque la posibilidad de construir una economía verdaderamente solidaria.
La ampliación de la brecha entre el norte y el sur global amenaza con desestabilizar economías locales, algunas de las cuales se sostienen con dificultad. Desde el cooperativismo valenciano creemos firmemente que este no es el camino. El mundo necesita reglas justas y una mirada colectiva que ponga en el centro la cooperación y la justicia social. No hay sostenibilidad si se cierran puertas al diálogo, si se castiga al que produce con responsabilidad y si se dificulta el acceso a los mercados por razones políticas.
Es imprescindible que la Unión Europea actúe de manera unida y firme, con una sola voz, para defender los intereses de sus productores, pero también los valores en los que se sustenta el proyecto europeo: la paz, el entendimiento, la equidad y el desarrollo compartido. Rechazamos cualquier vía que alimente el enfrentamiento. Las guerras comerciales, como cualquier guerra, solo dejan perdedores.
Desde la Confederació de Cooperatives de la Comunitat Valenciana seguimos comprometidos con ese modelo. Uno que cree en las alianzas, que pone a las personas en el centro y que entiende que solo desde la colaboración internacional podremos dar respuesta a los grandes desafíos globales. Reivindicamos una Europa fuerte y coherente, y apelamos al sentido común y a la responsabilidad compartida como única vía para construir un futuro más justo para todos.
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