Opinión | A la contra

València

¿Votar a los 16 años?

He leído en Levante-EMV que «Casi 110.000 jóvenes valencianos podrían votar si el gobierno reduce la edad a los 16», propuesta liderada por Sira Rego desde el Ministerio de Infancia –lo de liderar es un decir. Podría ocuparse de prohibir la pornografía para recuperar la infancia robada a nuestras criaturas, pero, por lo que parece, prefiere centrarse en asuntos menores y que no comprometen políticamente. En este mismo diario se publicaba un reportaje planteándose a quién beneficia el voto a los 16 años, argumentando que, «aunque la izquierda siempre ha dado por hecho que los jóvenes son uno de sus grandes caladeros de voto, multitud de encuestas reflejan una clara derechización de este segmento, sobre todo entre los hombres». Quien esto firma también considera que el voto a los 16 años supone vender la política a los partidos conservadores o de extrema derecha.

Elena Martínez, presidenta del Consell Valencià de la Joventut, asume una postura contraria bastante ingenua, pues, según dice, tenemos prejuicios contra esa juventud «muy comprometida como pudo verse en la dana». Convivo cada día con cientos de jóvenes de 14, 16 ó 18 años, e incluso, hace años, defendía –con una dosis de hipérbole– que el derecho al voto debería aplicarse hasta los dieciocho. Pero los tiempos han cambiado y conviene contextualizar el presente. No existe ni un/a docente que hable tanto con la juventud como yo pues imparto cada curso cientos de talleres dirigidos a la ESO y Bachillerato. Me siento afortunado por ello y siempre afirmo que merece la pena dialogar con los chicos y chicas adolescentes, escucharlos, acercarse a ellos/ellas y hacer pedagogía a diario. Con todo, me preocupa la enorme cantidad de basura mental que anida en los pensamientos de los chicos, muy contaminados por la manosfera, los influencers más tóxicos y descerebrados y nuevas formas de misoginia que operan en las redes y los convierten en negacionistas de la violencia contra la mujer. Eso, por no decir la homofobia que habita en sus mentes, el racismo o los mantras del fascismo de Nueva era difundido en Tik Tok y otras plataformas. ¿Juventud comprometida? ¿Con qué y contra quién? No seré yo quien defienda que las juventudes –populares, socialistas, podemitas o marxistas, me da igual– demuestran formación y suficiente preparación, en todo caso, desde luego, representan una magnífica sumisión a todas las tendencias posmodernas de la época. Aprecio, por ejemplo, poca crítica al capital, un compromiso superficial con el feminismo –casi siempre transgenerista y muy amigo de la Q plus y esas ridiculeces– y respetan poco o nada a las generaciones anteriores. Posiblemente desconocen la perspectiva del decrecimiento y su imaginario político se basa en cuatro tópicos populistas.

Esto cuando se habla de la ínfima minoría juventud «preparada». La mayoría, por desgracia, nunca se plantea retos de la agenda feminista, o se organiza en la calle para reclamar el derecho a la vivienda, combatir la precariedad laboral y existencial o rugir contra la OTAN. La juventud de 16 años ha sido adormecida por un sistema capitalista que nos quiere drogados o dormidos, o adictos al GTA, de ahí que, darles el derecho al voto, supone regalárselo a quien siempre gana, el capital.

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