Opinión | En el barro

València

Un bulbul orfeo, dos abubillas y demasiados fanáticos

Destrucción en Gaza

Destrucción en Gaza / Levante-EMV

Me esmero los días de descanso en intentar mirar otras vidas. En el patio, unos bulbul orfeo (una especie hermosa y pequeña llegada de tierras muy lejanas, según un ornitólogo amigo) han anidado en un arbolillo minúsculo. Es increíble que el nido soporte los vientos de estos días, pero ahí sigue. Podría ser una metáfora de todos los que llegan de otros continentes, a los que algunos también consideran especie invasora. Sobrevivir es la palabra que lo explica todo. Adaptarse y vivir lo mejor posible. Si los mirlos se acercan, el bulbul emite un sonido agudo de defensa. La existencia se sostiene en hilos tan frágiles.

Gaza, neofascismo, el nuevo papa, el 25 d’abril que es y no es porque no estamos de acuerdo ni en un mínimo sentimiento de pueblo, los seis meses de nuestra tragedia… La realidad persigue, aunque uno se aleje. Escucho una entrevista con un médico de la franja y corta el aliento. No hay sanitario del hospital que no haya perdido a nadie de su familia. Reutilizan las agujas y emplean ibuprofeno como anestesia. De la vida normal en Gaza no queda nada. Solo queda sobrevivir. Y Europa observa y calla. Ni un mal gesto con Netanyahu. Nada que pueda molestar al amigo americano, a pesar de sus desplantes. O quizá por eso. Europa continúa sin proyecto político en un mundo sin dueño, con China afianzando su liderazgo en el Sur Global sin alardes, en una estrategia blanda en la que parece pasar desapercibida su ignorancia de derechos fundamentales, su modelo de libertad sin pluralidad. Al contrario, gana adeptos frente a la democracia liberal, que empieza a ser símbolo de decadencia. A la democracia que conocimos también le cuesta sobrevivir.

Fascismo en Estados Unidos. Es uno de los artículos de prensa más sugerente de los últimos tiempos. Lo firma Siri Hustvedt. ¿Por qué no se llama fascismo a lo que en los hechos tiene tanta relación con el fascismo? Persecución de las ideas y las palabras, como se ve en el acorralamiento de las universidades creadoras de opinión; matonismo con el que no gusta, como se vio con Zelenski; señalamiento de los extranjeros pobres, con expulsiones masivas; ansia expansionista, como pasa en Groenlandia; cuestionamiento de derechos civiles adquiridos, como el aborto o la perspectiva de género; amenaza a las instituciones, como el asalto al Capitolio tras la derrota trumpista de 2020. Resisten contrapesos, pero cada vez más debilitados. No es todo, pero Estados Unidos ha iniciado un proceso peligroso con una salida difícil de atisbar hoy.

En el artículo hay una serie de afirmaciones sobre los medios de comunicación que pueden servir de alerta. Me refiero al blanqueamiento del fanatismo. Es uno de los fenómenos más preocupantes para los que estamos a este lado de la información. Dar una pátina de normalidad a lo que no la tiene, porque el protocolo de actuación periodística pasa por respetar la pluralidad de voces, en especial cuando están en las instituciones. En el caso americano, la autora observa una voluntad premeditada de dar forma y valor a frases de Trump desconexas y con poco sentido. De vestir al santo. En el caso español y la ultraderecha, la cuestión está más en ofrecer como normales algunas ideas que poco tienen que ver con el sistema de valores que nos ha traído desde la Ilustración y que chocan incluso con un humanismo cristiano. Se trata del papel de la prensa para ofrecer como democráticamente digerible lo indigerible. Y ello en un contexto donde emergen plataformas nuevas ‘de parte’, destinadas a difundir mensajes solo de una orientación. El debate es complejo, porque la otra vía son los cordones sanitarios. Y se ha demostrado el poder de atracción del que queda al otro lado, supuestamente victimizado.

Existe una derivada a considerar en el caso valenciano después de la gran riada. Me refiero al empleo del poder institucional en defensa no ya de unas políticas públicas determinadas, sino de la persona que ostenta el cargo y cuya actuación está, seis meses después, igual que el día tras la tragedia, en el disparadero. ¿Es misión de los equipos de Presidencia de la Generalitat responder a los autos judiciales de la dana y dedicar tiempo y recursos a contrarrestar la información que va surgiendo desde sede judicial sobre la gestión del 29 de octubre de 2024? Me refiero también a la capacidad de respuesta que el jefe del Consell consigue en los medios de comunicación en función de esa posición institucional. La construcción del relato sobre el que resiste hubiera sido distinta sin ese caparazón. Esto también va de sobrevivir, porque en tiempos de polarización extrema y fanatismo cunde la tentación de arropar al del bando propio y demonizar al otro sin atender a datos. Este artículo de hoy no se entiende si no se es consciente de que en este momento seguro que está en producción un artículo que denuncia el fanatismo del buenismo progresista.

La consecuencia es que el invierno se quedó, aunque la Fira del Llibre y esta luz llena de vida digan otra cosa. El mundo baja averiado, pero lo fascinante es que la vida no ha perdido capacidad de fascinación. Quizá es cuestión de saber mirar a lo sencillo.

Mi otra novedad de la primavera es una pareja de abubillas. Han anidado en un hueco diminuto de la fachada. Es la prueba de que puede surgir algo bueno sin esperarlo. La primavera es la misma, pero diferente. Hay momentos en que se ve al polluelo. El hilo frágil de la existencia. Oigo el canto rítmico de tres tonos que se repite armónicamente y me dejo llevar. Vivir es la palabra que lo explica todo.

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