Opinión | Hoy es el futuro

Imagina que te regateo

Iker Casillas, en su canal de Youtube

Iker Casillas, en su canal de Youtube

Los cincuenta ya no los cumplo, pero también he caído en el cambio de hábitos y la comodidad de la televisión a la carta, como la ‘jovenalla’, que decimos en mi pueblo. Reposo mis pitanzas entre documentales de prehistoria de RTVE Play (los franceses son los mejores) y entrevistas de esas largas que se han puesto de moda en YouTube. Mi tiempo ante la caja tonta de toda la vida se resume en zapear entre los informativos durante las comidas en familia y el rato que me dejan ver de La Revuelta hasta que nos piramos al sobre. En el resto, manda el algoritmo.

Intento dedicar los domingos por la mañana a ver resúmenes de partidos de fútbol, pero seré honesto y admitiré que al cuarto ya he perdido la concentración y empiezo a trastear por la red. Y así fue como tropecé con el canal de Iker Casillas. Sí, El Santo se ha metido a youtuber. Y aunque lo primero que piensas es que el mundo se va irremediablemente al carajo, a poco que le das una oportunidad te das cuenta de que mola. Las dos entrevistas que he visto, a Piqué y a Figó, son diferentes, con preguntas muy interesantes y pertinentes y respuestas sinceras.

¿En qué crees que ha cambiado el fútbol de ahora respecto al de hace 25 años pregunta Iker? Veo un futbol más mecanizado, dice el portugués. En el centro del campo hay mucho pase, pase, pase… se ha perdido la creatividad. Con la performance de ser más conciso en las instrucciones para no arriesgar y no fallar, se ha dejado menos espacio para que los jugadores puedan demostrar esa creatividad.

Algo similar dice Pablo Aimar en cada entrevista que hace, básicamente que no hay jugadores creativos, y añade que es lógico que no los haya después de hacer ochocientos entrenamientos automatizados: “Es muy probable que no haya jugadores creativos si todo es automatizado, si a uno de quince años que gambetea le decimos que no lo haga porque la perdió dos o tres veces, o cinco o diez... Entiendo lo del juego posicional, lo de atacar los espacios, pero creo que las defensas en bloque las abre un jugador creativo, creo en un jugador que se inventa algo diferente cuando todo es monótono”. Y recalca Pablo que, además, ahora los niños solo juegan en las academias ‘automatizadas’, que ya no hay fútbol callejero en el que todo vale y donde uno tenía que buscarse la vida para regatear a los coches que pasaban despacio como tratando de no interrumpir el partido y hasta tiraba paredes con los bordillos. ¡Improvisación constante ante lo que tienes alrededor!

Escucho a Figo y a Pablo Aimar y me dejo llevar pensando que tal vez no todo esté perdido, aunque me vea a mí mismo como un señor mayor de esos que en redes sociales dicen “odio al fútbol moderno” y que no da crédito cuando ve que un chaval joven en una encuesta de su selección española ideal deja fuera a Puyol, Busquets, Iniesta, Xavi, Silva o Villa. Ya ven, a veces llega un momento en que te haces viejo de repente…

El fútbol cambia y nosotros con él. Queremos control y orden y olvidamos la calle y sus bordillos, olvidamos también los balones rotos y deshinchados y al chupón regateador que siempre ganaba los partidos porque además de chupón y regateador, era valiente y sobre todo, era el mejor. Ahora exigimos que el regateador imaginativo del que hablan Aimar y Figo solucione en los minutos finales lo que diez automatizados sin arriesgar no arreglaron en ochenta. Y le abroncamos cuando lo intenta y no le sale sin saber que le obligamos a ser demasiado valiente y hasta osado. Porque más que valiente y osado, hay que estar loco perdido para volver a pedirla y volver a intentarlo sabiendo que te vas a zampar tú la frustración que generaron antes los automatizados que no arriesgaron y obedecen. Cuando veo a un imaginativo intentarlo empecinadamente tras ser abroncado cada vez que ha fallado, pienso que el único motor que le empuja a arriesgar de nuevo es la búsqueda incansable de gloria. Yo, acomodado como soy, en su caso, devolvería el balón a mi compañero sin exponerme lo más mínimo por miedo al griterío del respetable y al qué dirán, y como buen robot automatizado volvería a mi planeta rojo dejando un rastro de polvo estelar. Ya volveremos cuando en el fútbol se vuelva a regatear.

PD: Aplaudan a los atrevidos, que de ellos habría de ser el reino de los cielos.

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