Opinión
Harto de frivolidad y hostilidad gratuita
Quizá soy yo, pero echo en falta seriedad con un día que trajo de locos a todos. Quizá hemos de asumir que no hay margen para el encuentro y todo es ya hostilidad

Usuarios se bajan de un tren de alta velocidad detenido cerca de València por el apagón. / Fernando Bustamante
Al mundo le cuesta ponerse serio. Serio no es lo mismo que solemne. Siento que una de las marcas de este tiempo es una especie de escapismo colectivo entre risas gracias a las redes sociales, que rápido se llenan de ‘memes’ y vídeos graciosos sobre cualquier asunto. No trato de demonizar el humor. No hay cosa más seria. Pero entre eso y frivolizar hay una distancia que se pierde a menudo en estos tiempos. Y esa manera de afrontar la realidad contamina casi todo. Especialmente, la política.
Vayamos con el apagón. ¿Cuál es el titular que ofrece el PSPV el día después de este episodio aún sin explicación? Que Mazón «ante una nueva emergencia ha cambiado el Ventorro por una partida de mus». Por la foto del lunes en la que el jefe del Consell aparece en una mesa en el Palau de la Generalitat con Susana Camarero, Francisco Gan Pampols y Marciano Gómez en lo que era el «comité de crisis» frente al apagón. Del Ventorro no hace falta decir nada. Ya todo el mundo sabe lo que representa.

Carlos Mazón, el lunes por la tarde con el comité de crisis por el apagón. / Levante-EMV
Quizá soy yo, pero echo en falta seriedad con un día que trajo de locos a todos, provocó un caos y dejó a miles de personas tiradas en estaciones y medios de transporte.
Quizá hemos de asumir que no hay opción de encarar las crisis con un poco de ‘trellat’. Quizá hemos de asumir que no hay margen para el encuentro y todo es ya hostilidad. Si es así, avisen, por favor.
Quizá es un empeño absurdo por intentar tropezar un día con otra cosa, porque miras al otro lado del tablero y lo que hay es una más en la secuencia de acoso y derribo. «Mi país merece un presidente que no piense solo en sí mismo y en su familia», dice González Pons entre líderes europeos. Esa es la aportación en un momento tan delicado.
Porque lo que ha pasado es importante. Evidentemente, como dijo Pedro Sánchez, no puede volver a pasar nunca más. Pero no solo eso: no debería haber pasado. No puede pasar un apagón de más de diez horas en una sociedad avanzada. Cuesta creer que todo pueda ser por un fallo técnico. Si es así, es imperdonable. Hay que depurar responsabilidades. Si el Gobierno no suelta la opción del ataque cibernético, creo que es porque le deja en el lugar menos malo, ya que aceptamos la capacidad destructora de los ‘hackers’, y más con un hipotético apoyo de potencias. La tercera opción es más peligrosa: ¿una caída del 60 % de la energía puede producirse sin una cierta coordinación de poderes industriales y económicos? Esa hipótesis conduce a una voluntad de demostrar fuerza en una lucha de mercado. Es peligrosa por lo que implicaría de desafío a las instituciones democráticas.
En todo caso, el asunto es serio. No merece ni frivolidad ni hostilidad gratuita.
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