Opinión

Idiotas útiles

El supuesto jefe del mundo es un analfabeto funcional, por decidir sobre lo que no sabe con un arresto que lleva a la tristeza, la miseria y la muerte a millones de personas. El orgulloso ignorante es un conformista derrotado

Trump

Trump / Agencias

«Sempre som massa joves per tenir res massa clar», canta Manel. La ignorancia está de moda, no es ya razón de vergüenza y discrecionalidad, de humildad ante el defecto, no, al contrario, hoy es, demasiado a menudo, excusa para la ostentación orgullosa, para el grito desvergonzado, para el paso adelante. Todos y todas desconocemos más cosas de las que sabemos. Somos ignorantes de la inmensa mayoría de lo que sucede en el mundo, ni qué decir de lo que pasa en el universo. Aceptar el desconocimiento y, ante la duda, motivarse para aprender, es necesario.

Perorata a cuento de un video de esos que tienen todos los mimbres para convertirse en virales. Un joven (que por apariencia y descaro debe tener menos de veinte años) desprecia la educación secundaria (o, más bien, la educación) porque dice, que solo es útil para futuros profesiones de la abogacía o la medicina pero no para él que quiere ser emprendedor. Es incapaz de entender que la educación no es acumulación de datos, sino el desarrollo de capacidades abstractas (a través de la experimentación) con vistas a tener respuestas cuando la vida, también empresarial, te sitúa ante la cruda realidad. Quien desprecia la educación solo puede ser viable en el mundo empresarial si cuenta con una buena herencia, si es un privilegiado aunque no lo sepa o no lo quiera saber. La ignorancia va ligada a la apología del dinero porque ambos son unidireccionales. Otro video, también viral, populariza a un joven que invita a su madre a quitarse las gafas de sol porque los rayos deben penetrar a través de los ojos, sin interferencias. Idiotas útiles para aquellos que se enriquecen con la trivialidad sin fin de internet.

Descartes dudaba como método, mientras hoy se cree que la verdad está en los videos de TikTok. La mujer es más prudente ante sus carencias, lo que a menudo se confunde con inseguridad. Se muestra en las encuestas, en las que ellas, ante lo que no saben, no contestan, mientras ellos son más desvergonzados. Albert Einstein dijo que más peligroso que la ignorancia es la arrogancia. Soy de la escuela de Jesús Quintero cuando nos decía que siempre ha habido analfabetos, pero los de hoy son los peores porque en la mayor parte de los casos sí han tenido acceso a la educación, a aprender a leer o a escribir, pero sencillamente, no ejercen y no les importa nada que huela siquiera remotamente a cultura.

En la Universidad me encontré a un alumno que me espetó con la convicción que dan los descarados dieciocho años que yo, como profesor, debía adaptar mi vocabulario y contenidos al alumnado ¡Ni que hablase yo como Cervantes! En mis clases de Alfabetización Mediática usé a Rosalía, Cristiano Ronaldo e incluso a la Patrulla Canina para provocar reflexiones pero parece que no fue suficiente. El dilema es formar a jóvenes para los clásicos o reformar clásicos para los jóvenes. Hay un mensaje que nos sobrevuela, que está por encima de las modas y la caducidad, que se superpone a las generaciones y que por ejemplo exige que la universidad (como también los Parlamentos) se sitúe en un marco intelectual amplio, donde descansa la reflexión pausada de las ideas que necesitan maduración. George Orwell comprendió que la corrupción del lenguaje era inseparable de la corrupción de la vida cívica.

Elon Musk es «un bufón bajo los efectos de la ketamina», según le definió el político francés Claude Malhuret. Ketamina, amigos y amigas, ketamina. La excentricidad sería graciosa si esta gente no estuviese al mando del mundo. Que estos bufones ignorantes hayan llegado tan lejos tiene culpables pero el gran problema de las democracias es que no responsabilizan por el voto emitido, que es secreto y desvinculante. Nadie votó a Hitler una vez se conoció Auschwitz. La deriva autoritaria en EEUU es culpa de los que han votado a un magnate de inteligencia limitada sin capacidad para analizar las consecuencias de sus actos. Arendt observó que no se podía culpabilizar a toda (o media) sociedad alemana tras el desastre nazi porque cuando todos son culpables, nadie lo es. Pero eso no restaba responsabilidad.

El problema de la actualidad no es la ignorancia, que ha existido siempre. El problema es que esa desvergüenza con la que se muestra la ignorancia es un negocio y por lo tanto es promocionada, llegando a cotas de poder. El ejemplo es Trump y su destreza lingüística limitada, muestra de su inteligencia absolutamente menor. El supuesto jefe del mundo es un analfabeto funcional, por decidir sobre lo que no sabe con un arresto que lleva a la tristeza, la miseria y la muerte a millones de personas. El orgulloso ignorante es un conformista derrotado. Como defenderá Guy Debord, la vida actual es una mera acumulación de poses y trivialidades, un escaparate para venderse al mejor postor en el mercado de la atención. Quien hace pensar menos vende más.

Miramos atrás y no nos cambiaríamos por la persona que éramos cuando teníamos veinte años, porque aquel era más ignorante, menos consciente y, pese a ello, menos prudente. Le pasará en unos años, supongo, a los jóvenes de los videos y, espero, sientan vergüenza de su atrevimiento. Sería un buen síntoma social. 

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