Opinión | Oído, visto, leído

El relato de Dolores

«Llevo 17 horas conectada a Fortes y a Ferreras (tengo las dos teles encendidas) maravillándome con cada uno de los detalles del sistema energético que tenemos»

El relato de Dolores

El relato de Dolores

Al día siguiente del «cero energético» (cómo me gusta esta expresión) y acordándome del maldito Sorogoyen y su capítulo de «Apagón» (se estrenó en 2022, en Movistar +) me encuentro en el ascensor con Dolores, viuda, 79 años, una hija y dos nietos. Mi vecina del quinto. «Vaya lío lo de ayer ¿eh?» le digo, por decir algo. Me mira contrariada. «No, vaya lío no, Jesús, vaya lío no: fue una fuerte oscilación en los flujos de potencia, acompañados de una pérdida muy importante en la generación». Ante tal colleja dialéctica se activa mi sistema nervioso y se me tensan los gemelos, se comprimen los abdominales y la adrenalina se me dispara a toda pastilla. Estoy ya en modo felino. Ella lo ha querido. «Bueno, pero eso no es decir mucho, Dolores, ejem. Parece que el ‘mix’ energético a las 12.33 h. no era el adecuado, y unido a que las renovables son.…». «Huy, que ya veo por dónde vas. Ahora empezarás a decir —Dolores ya en modo agresivo— que si la eólica tal y la fotovoltaica pascual. Se te ve venir, nene» —sí, aún me llama nene, a mis 57 años— «pero conmigo pinchas en hueso. Llevo 17 horas seguidas conectada a Fortes y a Ferreras (voy de uno a otro, tengo las dos teles encendidas) maravillándome con cada uno de los detalles del sistema energético que tenemos. El mejor del mundo, por cierto. Por eso hay que esperar a ver qué dicen los operadores privados. Si quieres te repito esto último, nene: operadores pri-va-dos».

Con cada argumentación mi vecina va ganando centímetros, echándome contra la pared del ascensor. Dolores, Loli para muchos vecinos de la escalera, claramente está imponiendo su relato, el marco mental, el área donde se decide el partido. Y yo estoy en un ring, sentado en el taburete y con los dos ojos como peonzas (pero ¿cómo me he metido en este lío? Y yo que sé.…). Tengo que salir, reaccionar, cambiar de pantalla. «Pero Loli —pruebo con mi habitual cercanía— claro que hay que ver qué ha pasado. Pero todos los especialistas dicen que las virtudes de la fotovoltaica no evitan que sea inestable, voluble, asincrónica. Y que la CEO de Redeia diga que nuestro sistema eléctrico es el mejor del mundo cuando no hace ni 24 horas que la península ibérica al completo parecía un pueblecito perdido de Burkina Faso, en fin, qué quiere que le diga». Dolores acusa el golpe. Pero prepara la respuesta. «Ya lo sabía yo, a mí no me engañas. Tras esa apariencia frágil y desvalidamente socialdemócrata, siempre supe que se escondía un iliberal antisistema, un pro-carbónico inmovilista, un ilustrado ‘lobista’ de lo nuclear. Jamás te he visto, además, con el pin de la Agenda 20-30 en la solapa. Y te acabas de comprar un coche y no es eléctrico, que lo he visto. Y me apuesto esta mano a que no tienes ni un mal kit de supervivencia. Esto no son opiniones, nene, son hechos». El ascensor, por fin, iba llegando a su destino. «Todo me encaja. Que sepas que voy a llamar para que te inspeccionen, y para que te digan que no puedes ir por ahí poniendo chinchetas en las ruedas de las renovables ni puertas al campo del futuro de la sostenibilidad de este país. Y te digo más: yo creo que has sido tú el que se ha quedado con los quince gigavatios que han desaparecido y que los tienes escondidos en el trastero. Reconócelo y dame las llaves. Que esto no puede volver a pasar, nene».

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