Opinión

Treinta segundos: el principio de todo o nada

Este jueves 8 de mayo Feria València ha acogido la primera fase de selección para formar parte de la nueva edición de Operación Triunfo

Entre veinte y treinta segundos. Este es el tiempo con el que cuentas, de entrada, para demostrarle al jurado que tienes algo especial. Ese algo que tienen todas las y los concursantes de Operación Triunfo, que hacen de cada edición un éxito en audiencias. Estás, literalmente, a treinta segundos del principio de todo o nada. Presentarse a un casting no es fácil, pero en el caso de este formato es una experiencia única. Entre otros motivos, por la cantidad de expectación que genera. Lo que dispara, más si cabe, los nervios.

La parte positiva es que no estás sola, en ningún momento. Así al menos es como se siente desde dentro. Aunque llegues a la cola sin acompañante, bastan un par de minutos para encontrar cómplices entre los compañeros y compañeras de espera. Las conversaciones, los ensayos conjuntos, los consejos para calmar las dudas, las promesas de mantener el contacto una vez acabe el casting... Esa es otra de las grandes particularidades de este proceso de selección. Tiene más de compartir que de competir. Lo he comprobado en primera persona en 2018, en 2023 y, ahora, en 2025.

A medida que pasan las horas y se acerca el momento de la verdad, el trabajo más duro es mental. "Y si desafino", "y si se me olvida la letra", "y si hago el ridículo". Pero, de nuevo, siempre hay alguien en quién apoyarse. "Suerte". Esta es la palabra que más se escucha en los últimos momentos antes de enfrentarse al jurado de Operación Triunfo. Un deseo para los demás —y para uno mismo— que nace de manera genuina mientras recorres los varios metros de alfombra azul que llevan al jurado.

Los últimos segundos antes de cantar son los peores, porque la cabeza va más rápido de lo que humanamente uno puede procesar. Especialmente si la persona de delante recibe la ansiada —y merecida— pegatina para pasar a la siguiente fase. Pero eso es parte del aprendizaje. Un par de pasos hacen falta para colocarse en la marca que indica el lugar donde debes cantar. Levantas la mirada, micrófono en mano, y tienes de frente a Noemí Galera, la directora de la academia. De repente, todo el ruido de alrededor desaparece. Algo que resulta difícil ya que a la vez, y en filas paralelas, cantan otros tres aspirantes.

Ahí es cuando comienzan los treinta segundos que lo pueden cambiar todo o nada. Un "muchas gracias" rompe la canción, en mi caso Física o Química de Despistaos, y pone fin a la experiencia. Este es otro de los aprendizajes. Tomar ese "no" como lo que es, uno más de todos los que vendrán a enseñarme algo el resto de mi vida, y celebrar esos 87 "síes" que pueden cambiar vidas. ¡Suerte!

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