Opinión | Bolos

Feijóo necesita la ayuda de Camps

Francisco Camps, en el acto de este sábado

Francisco Camps, en el acto de este sábado / J.M. López

Mariano Rajoy le dijo a Francisco Camps que debía elegir entre «la deshonra» y la dimisión. Tras una oportuna reflexión optó por el honor, y un 11 de julio de 2011, compareció a las 17.15 horas en el Palau de la Generalitat, para anunciar su renuncia como un «sacrificio personal» y para allanar la futura llegada de Rajoy a la Moncloa. Hacía solo dos meses que Camps había ampliado la mayoría absoluta del PPCV hasta los irrepetibles 54 escaños, y por eso Génova pudo organizar un relevo inmediato y pacífico con Alberto Fabra de sustituto. En noviembre de ese mismo año, Rajoy consiguió una mayoría histórica para el PP de 186 diputados.

Camps ha salido ileso, pero con más de una cicatriz, de su calvario judicial de catorce años, y ha exhibido músculo entre sus incondicionales en el Veles e Vents, la gran ‘pirámide’ de su Consell, justo en las horas más bajas de credibilidad que se recuerdan en la historia del centro-derecha valenciano, como confirman en privado todo el entorno relacionado con ese espacio político. También ha quedado claro que Núñez Feijóo, pese al paisanaje, se parece poco a Rajoy. El líder actual del PP sigue atrapado en el ventorro de Mazón desde hace más de seis meses, porque sigue sin ejercer su autoridad con un escenario electoral similar al de aquel 2011. Este lunes, está convocado el Comité Ejecutivo Nacional de los populares con la incógnita sobre si Feijóo va a convocar el congreso del partido. Lo que se decida también indicará si hay desempate en su núcleo duro entra la todavía defensora de Mazón y su máximo detractor.

Los cánones señalan que el espacio que no se llena en política te lo ocupan otros, pero como hace tiempo que Mazón tiene alejado al PPCV de la normalidad, a Camps le asiste todo el derecho a reclamar un congreso, entre otras cosas para cumplir con sus obligados estatutos, e incluso a presentarse. Además de reivindicarse él y a su gobierno, pretende ayudar a Feijóo, pese al ninguneo al que le somete el líder de la oposición.

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