Opinión | TRES EN LINEA

Pacocamps que estás en los cielos

Francisco Camps en el acto en el Veles e Vents

Francisco Camps en el acto en el Veles e Vents / J.M. López

El expresident Francisco Camps se fijó tres objetivos cuando los tribunales le absolvieron de todas las acusaciones de corrupción que durante más de una década pesaron sobre él. El primero era conseguir su rehabilitación pública, para lo que consideraba condición indispensable la implicación en la tarea de su partido. El segundo, en línea con el primero, recobrar relevancia en la organización en puestos ejecutivos y candidaturas. El tercero, tal vez en contradicción con los dos anteriores, resarcirse de las humillaciones que durante su proceso, pero también después de él, entiende que ha sufrido por parte de los actuales dirigentes del PP. Baste decir que la última vez que intentó hablar personalmente con Feijóo le tuvieron dando vueltas por Madrid sin que el líder nacional popular le concediera ni un café.

Si algo tiene Camps es nada que perder y mucha convicción y perseverancia. Moverse ahora contra Feijóo y Mazón no es algo extraordinario, dada la situación en que ambos se encuentran. Pero Camps lanzó su campaña antes de que las desgracias se abatieran sobre ellos. Como escribí aquí hace meses, cuando el exjefe del Consell reunía a 20, en el Palau se reían; cuando concentró en territorio comanche para él y propio para Mazón a 400, gracias a la movilización de Sonia Castedo, se instaló en los despachos de Presidencia, y en los de Génova, la preocupación; después del acto de ayer en València (donde por cierto Castedo hizo de telonera y dejó una frase que es una bomba: “El PP no puede seguir justificando lo injustificable”) lo que se han disparado son las alarmas.

Camps ha hilvanado un discurso lineal y sencillo. A los que le dicen que quienes le siguen son solo la vieja guardia ya jubilada, él les contesta que quienes están con él son los que sacaban una mayoría absoluta tras otra, tanto en los ayuntamientos como en las Corts. A quienes le señalan que sus seguidores son los que enfangaron de corrupción el PP, les replica que quienes están con él son aquellos a los que los tribunales exculparon de tales imputaciones. A los que le acusan de dividir al partido, les responde que quienes están acabando con él son los que quieren imponer la paz de los cementerios, manteniendo cerradas las sedes y negándose a convocar el congreso que fijan los estatutos sin dar ni siquiera una explicación pública por esa cancelación antirreglamentaria.

Es obvio que ese relato tiene un enorme agujero negro. Exonerado o no de los casos por los que acabó sentándose en el banquillo, la etapa de Camps está inscrita en la memoria política de esta Comunitat como el momento en que los escándalos hicieron irrespirable el ambiente e ingobernable un territorio objeto de saqueo. Fue bajo la presidencia de Camps cuando la trama Gürtel extendió sus redes en la Comunitat Valenciana. Y fueron decenas los cargos públicos vinculados al expresidente condenados en firme, con consellers cumpliendo severas penas de prisión por primera vez en la historia. Es cierto, como él dice, que fue el político que sacó el mejor resultado obtenido nunca por ningún candidato en unas elecciones autonómicas. Y que eso lo logró cuando ya estaba procesado. Pero habrá que recordar de nuevo que la sanción judicial y la responsabilidad política son ámbitos diferenciados y que, por mucho que los políticos se empeñen, las urnas no son el Jordán, así que pasar por ellas no limpia todos los pecados.

¿Puede volver Camps a presidir el PP, como ayer ya dejó claro que quiere, e incluso ser de nuevo su candidato a la Generalitat? En el enloquecido escenario político que vivimos, el que se atreva a descartar nada que lance la primera piedra. Pero no parece probable. Sin embargo, lo que sí está haciendo ya de hecho Camps es poner en evidencia todas las contradicciones que el PP tiene, tanto en Madrid como en la Comunitat Valenciana: la falta de proyecto y de liderazgo de sus actuales dirigentes y el nervosismo creciente del que los populares están siendo presa. Mazón dice que agotará la legislatura, Feijóo no encuentra la manera de contradecirle, los dirigentes rehúyen las fotos con el president de la Generalitat y ninguno cree que vaya a ser el próximo candidato. Y la sociedad civil se encuentra cada vez más incómoda cuando el jefe del Consell hace ¡chas! y aparece a su lado en cualquier acto público. Sólo hay que ver la soterrada tensión que presidió el último evento organizado en Benidorm esta semana por la gran patronal hotelera, HOSBEC, cuyo presidente, Fede Fuster, no se cortó a la hora de criticar ante Mazón en su discurso las carencias de la Generalitat, entre caras largas. O la contundente comparecencia pública del Instituto de Economía de Alicante (INECA), una entidad creada por los empresarios de la provincia hace años, cuyos informes gozan de gran crédito por su rigor. El último fue un varapalo al Gobierno de Mazón como nunca antes se había visto.

La junta directiva del PP medita abordar en su reunión de esta semana la conveniencia de convocar ya el congreso nacional del partido para que la organización esté preparada y en orden de cara a las elecciones generales. Pero esa decisión estará inevitablemente ligada a la que se tome sobre el “marrón” de la Comunitat Valenciana, que ni siquiera viene de ahora. Ayer mismo se supone que Camps celebraba el 30 aniversario de la primera victoria del PP, pero el protagonista de ese triunfo, Eduardo Zaplana, pendiente de un recurso ante el Supremo por los diez años de cárcel a los que ha sido condenado por corrupción, no pudo asistir. Ninguno de los cinco dirigentes del PP que han ocupado la jefatura del Consell ha salido bien de ella. Así que el problema no sólo es viejo, sino grave, y presencias en la fiesta de Camps como las de Carlos Fabra o Alfonso Rus sirven para no olvidar a dónde llegó esta Comunitat. Pero es evidente que nunca los populares se han visto en una situación tan extrema como la que Mazón les ha causado con su gestión de la DANA.

Importantes dirigentes y barones del PP presionan ahora a Feijóo para que, si hace el congreso nacional, pacte con Mazón la convocatoria en 2026 del congreso regional para elegir en él un nuevo presidente o presidenta a quien lanzar desde ese momento como candidato del PP, aunque Mazón continúe en la Generalitat hasta que se agote la legislatura o se anticipen elecciones. Es una jugada arriesgada, porque lo que puede provocar es lo contrario de lo que se persigue: en vez de unidad y nueva cara para el cartel, guerra abierta y varios aspirantes despedazándose. Pero es cierto que cada día que pasa se le estrecha más el margen a Feijóo, que ya sólo puede elegir entre susto o muerte. En todo caso, queda agonía. Y de agonías sabe Camps más que nadie.

Tracking Pixel Contents