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Opinión | Día Internacional de la Convivencia en Paz

Fundación por la Justicia

Convivir en paz, ¿utopía o posible realidad?

Hay algo muy importante que debemos tener presente antes de convivir con otros: tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos

Concentracion en València por la paz en Oriente Medio.

Concentracion en València por la paz en Oriente Medio. / Europa Press

¿Podemos considerar que el objetivo primordial de la educación sea el conseguir convivir en paz desde el respeto y la tolerancia?

En la resolución aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas del 8 de diciembre de 2017 se declara el 16 de mayo como Día Internacional de la Convivencia en Paz.

Pero ¿qué significa? ¿qué implica el convivir en paz? Seguramente tiene que ver con una serie de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que eliminen la agresión, la intolerancia, la discriminación. Y me refiero a nuestra disposición (actitud) para el diálogo abierto para la resolución de conflictos. Una escucha atenta, centrada en el otro, y con intención de comprender su posición y su forma de pensar. Una empatía y compasión por el otro de forma que sintamos que todos estamos en la carrera de la vida y que la ayuda mutua nos puede hacer avanzar sintiéndonos acompañados y en paz.

Convivir en paz también implica un rechazo a la violencia y a nuestros instintos primarios que tratan de hacer prevalecer a nuestro ego por encima de cualquiera. Asimismo, para convivir en paz es imprescindible aceptar la diversidad en todos sus órdenes. Ya Humberto Maturana nos iluminaba al respecto cuando decía: “El amor comienza con la legitimación del otro como legítimo otro”.

Convivir con otros implica, de entrada, ser conscientes de esas otras personas. Y eso significa respetarlas, escucharlas y dejarles su espacio, estando abiertos no a evitar conflictos, sino más bien a gestionarlos sabiendo que el conflicto no tiene que ver con el enfrentamiento y menos con la agresión, sino más bien con una desavenencia entre las partes. Lo más normal del mundo teniendo en cuenta la diversidad y la singularidad que implica cada ser humano.

Fundación por la Justicia interviene ante conflictos llevados a los tribunales y otros de índole extrajudicial aportando salidas y caminos propiciatorios de justicia y paz.

A partir de mi experiencia vital puedo decir que casi todos deseamos vivir en paz. Estar en ambientes serenos, tranquilos, sosegados. Pero, de repente, surge la alteración. Desde uno mismo o desde otros se desboca alguna emoción como la ira, la tristeza, el miedo, la envidia, la ansiedad… y nuestro estado de ánimo cambia. Y comenzamos a sentirnos fuera de la deseable sensación de paz que nos hacía sentirnos bien. No es cuestión de pensar en “emociones negativas”. Según mi entender todas nos pueden resultar útiles. Es cuestión, como nos dice Susana Bloch, de saber “surfearlas”. De no permitir que se nos queden “agarradas” aquellas que no nos permiten sentirnos bien.

Pero, hay algo muy importante que debemos tener presente antes de convivir con otros: tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos. Dedicarnos un tiempo a reflexionar sobre cómo nos vamos sintiendo en el camino de la vida. Pararnos a tomar un café con nosotros mismos y darnos cuenta que nos podemos sentir bien, aunque no vayamos acompañados más que por nosotros mismos.

A partir de convivir en paz con nosotros, seremos mucho más capaces de convivir en paz con los demás.

El convivir con nosotros exige de 5 requisitos a los que debemos dar la máxima prioridad. El autorrespeto ligado a nuestra dignidad. La autoaceptación, la autoestima, la autovaloración y la autoconfianza. Es fundamental sentirnos bien con nosotros mismos para poder sentirnos bien y en paz con los demás. Primero eres tú. Ya lo sabes. Y si quieres dar paz a otros, primero debes tenerla contigo mismo. No se puede dar lo que no se tiene.

Vayamos avanzando del “yo” al “nosotros”, de la fragmentación a la unidad, a la solidaridad.

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