Opinión | Eurovisión 2025

València

¡Gracias, Melody! ¡Gracias, diva!

La artista ha crecido con nosotros, los 'millenials'. La hemos visto convertirse de niña en mujer

Representar a España no es fácil. Somos el país más eurofán, con nuestras filias y fobias, y con la lupa en cada detalle

Melody durante el desfile de banderas del 'jury'rehearsal' de la final de Eurovisión.

Melody durante el desfile de banderas del 'jury'rehearsal' de la final de Eurovisión. / Georgios Kefalas / Efe

Subirse al escenario de Eurovisión no es fácil para nadie; seas Loreen, Céline Dion o Bonnie Tayler. Pero lo es menos aún para los artistas españoles, como Melody. El público patrio, el eurofán y el generalista, es uno de los más apasionados de toda Europa y eso conlleva, innegablemente, un frenesí desaforado por el festival de Eurovisión. Es palpable en las redes sociales, en las conversaciones en la oficina o el bar; al fin y al cabo, forma parte de la forma de ser y el ADN de los españoles y españolas. En ocasiones, en demasía negativas o destructivas. Recuerden como Chanel abandonó las redes sociales por las críticas desmedidas tras ganar el primer Benidorm Fest.

Por eso, Melody - como antes otros 64 artistas de primer nivel (Karina, Julio Iglesias, Raphael, Sergio Dalma o Pastora Soler) y, también, debutantes como Chanel, Anabel Conde o los Bravos- se ha enfrentado a un reto de altura -quizá el mayor de su carrera- en el concurso musical europeo más reconocido. Desde su primer ensayo, hace ahora nueve días, los aficionados al certamen -entre quienes me encuentro- nos hemos dedicado a analizar cada detalle de su actuación: el vestuario, los planos de realización, los ligeros cambios entre actuaciones... Todo, absolutamente todo. Es parte de la gracia del festival, con el riesgo de pasarse de frenada.

La garra de Melody

Lo que nadie le puede negar a la sevillana es su capacidad de generar filias y fobias; hay quien la ama sin fisuras y quien aprovecha cualquier oportunidad para criticar sin compasión. Desde estas líneas, siempre he tratado de juzgar la candidatura española de la forma más objetiva posible, sobre todo, teniendo en cuenta -lo he expresado en reiteradas ocasiones- que no conecto con "Esa diva", ni con la intensidad de Melody, pero es parte de su esencia. Pese a ello, el trabajo de la cantante ha sido incontestable -no tanto en de la dirección artística y escenográfica, que creo que no han acabado de dar con la tecla, sin importar el resultado- con fuerza, arrojo y una capacidad vocal sin fisuras. En la final, ha sido -de lejos- de los mejores directos de la noche. Y nadie puede dudar de lo siguiente: Melody se ha dejado la piel sobre el escenario de Basilea en esta gran final. Se ha llevado, sin duda, una de las mayores ovaciones de la noche.

Ella es una de nuestras "divas" del siglo XXI. España la vio debutar como niña prodigo al son de los 'gorilas' y, desde entonces, la hemos visto convertirse de niña en mujer. Los millenials -entre los que me encuentro- hemos crecido con ella y eso, se quiera o no, crea un vínculo con la artista que dispara, aún más, el interés generado por Eurovisión en España; acrecentado, sin duda, desde la creación del Benidorm Fest. De hecho, en mi humilde opinión, "Esa diva" es la canción eurovisiva más conocida en años; "Slo Mo" explotó después del tercer puesto de Chanel. Suena en las historias de redes sociales, en las salas de fiestas e, incluso, la he visto reversionada para cumpleaños y otro tipo de eventos. La enhorabuena ahí para Televisión Española.

El resultado

Eso habrá hecho que muchos telespectadores se hayan sentado este sábado frente al televisor con la ilusión de verla, aplaudirla y corear la canción. Las audiencias lo revelarán mañana; preveo un gran dato. Pese a mi opinión sobre el tema, he sido uno de los que ha aplaudido al final, lo confieso. Es el único día al año en que aquí uno, poco ligado a los símbolos, se siente cien por cien español. Lo confieso, pese a que ser eurofán español no ha sido fácil en las últimas dos décadas. Pocas alegrías hemos tenido.

En el análisis previo a la final, pronostiqué un puesto entre el 17 y el 22 para España, si todo iba bien. Veía difícil salir del bottom5, ya expuse mis razones. Acerté en la diana, por desgracia. La satisfacción del trabajo -lo alegará la delegación como pasa cada año- no debería eximir a Televisión Española de hacer autocrítica sobre la preselección nacional. Necesitamos canciones mejores para el Benidorm Fest y un mejor trabajo de la delegación española para conseguir actuaciones redondas como las de Chanel y Blanca Paloma, resultado aparte.

El escenario de Eurovisión es uno de los más difíciles del mundo. Siendo española, más aún. Por eso, solo puedo ser agradecido con quienes deciden emprender la aventura de representar a España en Eurovisión; sobre todo, si tienen un nombre conocido como ella porque el riesgo al fracaso es mayor. Nadie le quita a Melodía -su nombre real- haber cumplido uno de sus sueños y haber demostrado su grandeza como artista. ¡Gracias, Melody! ¡Gracias, diva!

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