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Opinión | Tribuna

Profesora en Derechos Humanos. Universidad Europea Valencia

Pepe Mujica: ¿Para qué mierda vivimos?

Pepe Mújica, expresidente de Uruguay.

Pepe Mújica, expresidente de Uruguay. / L-EMV

A Pepe Mújica, donde quiera que esté, en su 90 cumpleaños 

El filósofo y emperador Marco Aurelio apostaba por una vida centrada en las necesidades de los seres humanos. En ese pequeño compendio ético universal llamado “Meditaciones”, reflexionó sobre la importancia de recordarnos que somos mortales y la oportunidad que cada mañana nos ofrece el día para empezar de nuevo.

Pepe Mujica formuló a la manera estoica, un pensamiento parecido: “La vida es siempre porvenir y todos los días amanece”. Más tarde, se preguntó y nos preguntó: y¿para qué mierda vivimos si somos incapaces de sacrificar un poco de bienestar en favor de la gente jodida? Hubo aplausos y silencio.

Mujica nos enseñó muchas cosas, entre otras la oquedad y el vacío de una vida en la que falte la empatía humana, la solidaridad, la ayuda mutua. No fue solo un político y orador, creyó en lo que decía, y en su modo de vida hubo algo parecido a la grandeza estoica de Marco Aurelio: ambos poseían un humanismo universal y la preclara idea de que la política ha sido creada para servir al bien común, sin cuyo objeto carece de sentido.

Mujica era también un pensador, no un intelectual, sino un hombre reflexivo, pegado a la tierra y conocedor de los más desesperados dolores y de la indescriptible soledad de habitar en un agujero durante años, sin libros, sin amigos, sin habla y sin volverse loco. En su lugar, buceó en sus recuerdos y aprendió a valorar más la vida. Años después, por destino y valía llegó a Presidente de Uruguay, el Presidente más pobre y cercano de un país que dio a conocer al mundo entero.

Mujica era hablador y habló de muchas cosas : Del amor bien entendido; de la felicidad, de vivir con poco para que no nos robe libertad ; de la derrota que solo existe cuando se deja de luchar; del tiempo y de cómo gastar nuestra vida en lo que nos guste hacer; del poder que revela a las personas como son; del matrimonio gay y su existencia tan vieja como el tiempo; de la pobreza de quien nunca tiene bastante; de la esperanza; de la importancia de la amistad y de lo poco que se necesita para vivir y lo mucho que nos necesitamos unos a otros. Llegó casi a los 90 años en un viaje cuya travesía vivió con la misma sencillez que predicaba, sin traicionarse, sin parecerse a nadie , mostrando lo que era democracia, llamando al pan, pan y al vino, vino y en su particular viaje a Ítaca cultivó los afectos más que ninguna otra cosa porque sabía que son la esencia de la vida.

Se ha ido el comandante Facundo para siempre, dejándonos su ejemplo y una buena pregunta: ¿para qué mierda vivimos? Vivimos para vivir para encontrar la luz, para crecer, para aprender, disfrutar, cumplir nuestra función o para lo que crea cada cual. Y sin embargo, antes de irse, lo volvió a recordar: “las cosas nunca se van a arreglar si previamente no hay un sentimiento de solidaridad con los más debilitados. Lo dijo y después pidió perdón por haber dejado salir “la trampa de su corazón”. El maestro de palabras nos enseñó la palabra maestra, la que da sentido a la existencia.

Se ha marchado Mujica, se ha podido ir en paz, ligero de equipaje, y como buen jardinero, sin cultivar el odio, con los pies en la tierra y la conciencia limpia. Dijo que se marchaba contento de haber sido y que quería estar con su perra Manuela, a la sombra de un árbol, en ese más allá. Y dijo al despedirse que al tiempo que cayeran sus brazos, subirían los nuestros. Y tenía razón porque en todos los pueblos levantaron los brazos para decirle adiós, para decirle siempre , para decirle gracias.

Gracias Pepe Mujica por todas tus lecciones, por tanta poesía, por tu ejemplo de vida y por haber sabido, entre todas las cosas ser, en el mejor sentido de la palabra, bueno.

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