Opinión | Trencar l'enfit

Subdirectora de Levante-EMV

La locura de encontrar piso en València

Con el mercado de alquilar o comprar una casa convertido en un auténtico manicomio hay quien mira la extensión de su azotea comunal y piensa '¿quizás aquí un apartamentito?'.

Asentamiento chabolista del circuito urbano de Fórmula 1 de València, con la 'otra' ciudad al fondo.

Asentamiento chabolista del circuito urbano de Fórmula 1 de València, con la 'otra' ciudad al fondo. / Germán Caballero

Nunca el chabolismo ha sido una cosa ajena a nuestro paisaje urbano. Ya sea en València o en cualquiera de muchas de nuestras grandes ciudades, les 'casetes' montadas con cuatro palos han formado parte de nuestro callejero desde que existe la pobreza, o sea, siempre. Después de la Guerra Civil y hasta 1949, cientos de chabolas ocupaban el cauce del Túria donde ahora, como en una burbuja de paz y sosiego, miles de personas hacen "running", yoga o partidos de fútbol. 'Mindfundness' a gogó donde antaño se pasaba hambre, mucha hambre, y donde los perseguidos por la dictadura intentaban esquivar el paredón de fusilamiento con desesperación escondiéndose entre estas infraviviendas amontonadas. A muchos, los encontraron.

Como diría el poeta Estellés, 'han passat anys, molts anys; han passat moltes coses' y leo en este periódico el gran reportaje de mis compañeros Claudio Moreno y Germán Caballero sobre el asentamiento instalado desde hace 10 años (¡10 años!) en el otrora laudeado circuito de Fórmula 1 de València. El circuito apenas funcionó cuatro años pero todavía me viene el regusto a empacho cuando recuerdo aquellos Ferraris, aquellos vestidos rojos y aquellas azoteas a precio descomunal para poner 'València en el mapa'. Lo demás ya nos lo sabemos de sobra y todavía falta mucho bicarbonato para digerir sin 'reglots' tanto abuso.

Alonso, Massa y Montezemolo tras ser 'rescatados' por Camps y Barberá.

Alonso, Massa y Montezemolo tras ser 'rescatados' por Camps y Barberá. / Reuters

Los inquilinos de este añejo asentamiento se reparten por nacionalidades, como la ONU, y desde que no pasan coches cerca, ni tan mal, explican los usuarios de este 'nuevo barrio' de la ciudad. Chabolópolis sería un buen nombre. Aunque quizás, por aquello del glamour de su ubicación, deberíamos apostar por algo más fino y en inglés. Para los turistas. Les reto a que digan la suya y prometo dedicarle otro artículo.

El precio de la vivienda de alquiler en la Comunitat Valenciana ha subido un 46 % en los últimos años cuando el sueldo medio apenas lo ha hecho un 4 %. De todos los productos de 'primera necesidad', tener un techo bajo el que vivir en mínimas condiciones y poder desarrollar una vida con dignidad se ha convertido en el más lujoso de todos. El otro día un amigo se echaba las manos a la cabeza cuando le pedían una fianza de más de 6.000 euros para alquilarle un piso en un barrio normal de la ciudad. Normal. De esos a los que todavía no han llegado los 'smoothies' pero se puede encontrar un zumo de naranja de los de siempre.

El monstruo era de casa

El monstruo de cómo conseguir una casa -piso, estudio, local o lo que sea- en este año 2025 ya lo vimos venir hace tiempo porque ya lo conocíamos. Es como de la familia. Hace 20 años le dábamos de comer. Quienes tenían tierras y propiedades las vendieron a un precio inimaginable. Quienes antaño los compraron con un precio por las nubes ahora ven, atónitos, como pueden recuperar lo que nunca soñaron en recuperar. Los motivos, los mismos u otros, da igual. Todos hemos llegado tarde. Las administraciones públicas, las primeras. Poco margen tiene un ayuntamiento para paliar con tiritas una herida que sangra a borbotones.

En mi pueblo ya se pueden habitar bajos comerciales como viviendas y hay quien ya mira con ojos golosones la amplitud que tiene su azotea. ¿Quizás aquí un apartamento para ganar dinero? "Chabolópolis" llama a su puerta, toda una oportunidad de futuro para cumplir sus sueños. 

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