Opinión

Encuesta abajo

Carlos Mazón.

Carlos Mazón. / Levante-EMV

Los periódicos de Prensa Ibérica han publicado una encuesta la mar de simpática acerca del prestigio, valoración y expectativas de futuro del President Mazón. Al principio, al ver titulares y repasar números, me sentí alarmado: nadie debe querer que en su tierra se arrastre tanto por el fango a su principal dirigente. Pero luego leí las declaraciones del Síndic del PP y me siento mucho más tranquilo: hay President para rato, este Gobierno es muy estable y no como el de Pedro Sánchez, etc., etc., etc. Entre unas cosas y otras llevo casi 40 años en política y aún me sorprenden declaraciones como esta. Porque una cosa es agarrarse a un clavo ardiendo –por no tener la decencia y el valor de pedir la dimisión del jefe- y otra tragárselo entero y decir que qué lástima, que ya se había enfriado. Una cosa es mirar para otro lado y otra dar vueltas a la cabeza como si fueras la niña de El Exorcista. En situaciones así me pregunto: ¿no le queda un poco de sentido común al que confunde lealtad con insulto e insulto con estupidez? No nos extrañe la baja valoración de la política con políticos así, que, directamente, ultrajan la inteligencia de la ciudadanía.

Porque la encuesta se la trae. No he conocido otra peor para el protagonista. En serio. Nunca he visto nada así. Son resultados propios de alguien a quien sus antiguos electores quieren ver lo más lejos posible de la vida pública. Ya conoce usted la antigua institución griega del ostracismo: escribir en un pedazo de cerámica a aquel que debía abandonar la ciudad, quizá para siempre. Era sabia porque eliminaba violencia, terrible porque era una pena demasiado cruel. Por eso no desearía yo para Mazón nada similar. Aunque, bien pensado, él mismo se la está aplicando, alejándose de cualquier paisaje, de cualquier horizonte, de toda idea, de todo mañana. Retrospectivamente se adivina algo de sarcasmo autoinflingido en el numerito que formó para la Santa Faz: no acudió a la romería –él, él, que pasa por encarnar quintaesencias de lo alicantino, fuerte como la Cara del Moro, sutil como las arenas del Postiguet, vibrante como onda de la Explanada- y luego apareció, a los pocos días corriendo, a medio camino entre exhibición de atletismo y penitencia. A mi entonces me pareció, sencillamente, ridículo, muy ridículo. Ahora, con cifras que manejar, me parece más grotesco aún: un desesperado atleta buscando a más de 300.000 personas, por ver si podía obrarse el milagro de alguna reconciliación, pero llegando a la meta cuando todos se había ido, cuando habían regresado a sus casas sin ver la mala sombra de su President.

En eso, exactamente en eso, se ha transformado. Se dice que hasta un reloj parado acierta la hora dos veces cada día. No el de Mazón. Llegar tarde se ha convertido en su esencia: granice o haga sol, yazga o desfile, el tiempo no es cosa de su mundo. No es un buen hombre del tiempo. Y eso es lo que aprecian los centenares de miles de valencianos y valencianas que no aciertan a entender por qué no se va de una vez. Otra vuelta de tuerca, quizá, como en la novela de James, pero no olvidemos que en ella, al final, todo era un imperio de fantasmas y aquí ya va animando Fabras, Castedos, Camps o a su Síndic. Todo es ya recuerdo de la pasada gloria que no supieron ni ofrendar a una España pertinazmente gobernada por un archienemigo al que insultar a cada tranco del camino, pero que no es capaz de concitar una encuesta la mitad de terrible que esta. Para obtener unos datos así la sociedad tiene que estar enfadada, muy enfadada, mucho más de lo que soñaría conseguir el mejor general político o lo que permite barruntar cualquier cálculo estratégico. Pero no lo entienden: esto no lo consigue ni Pedro Sánchez, por listo que fuera; sólo Mazón tiene tanta capacidad de autodestrucción masiva.

Ni en Alicante se salva. Ni por milagro. Ni por amor de la Cámara de Comercio que está a ver si sigue cobrando unas treinta monedas de subvención. Ni en Alicante se salva, pese a todos los empeños de la oposición por rememorar, a su vez, antiguas gestas de fracaso. Quizá sea porque aquí, en la millorterradelmón y todo eso, es donde es mejor conocido y la simpatía epidérmica que le regaló sufragios, se ha tornado, con más ahínco, un mensaje de rabia ante la burla, ante su insensibilidad, ante su incapacidad para moverse. ¿Por qué no se va, por qué no se ha ido? Estas preguntas tienen más sentido entre sus vecinos. ¿Por arreglar el disparate? Eso es algo que ya no se sostiene, ni a Feijóo le conmueve, ni le cree, ni le sirve. Porque él es, ya, la parte principal del disparate. Se podrán limpiar acequias, restaurar ascensores, pagar seguros, reflotar máquinas, reciclar campos. Pero nunca, nunca, se podrá colmar el hueco, el vacío que el President dejó aquella tarde. Y él no lo entiende. Esa es su tragedia, la que le impide el perdón o, al menos, una matizada comprensión que hiciera regresar su lado humano.

Pero está feliz. Mazón está feliz. El PP está feliz. La CV ya tiene Presupuesto. Hosanna. Es el Presupuesto político de Vox. Una vez más Mazón/PP se equivocan y piensan que como los Presupuestos son señal de equilibrio y tranquilidad social, su estima entre el pueblo mejorará notablemente. Pero estos Presupuestos son el signo de una, de otra humillación. Me parece que parten de ese desprecio, tan de derechas, de pensar que la ciudadanía no se entera de estas cosas, que le da igual, que qué bien, mira tú, que ya tenemos Presupuesto y Pedro Sánchez no. Lo que pasa es que no hay que leerse todas las partidas, analizar cada número para entender que esto es una imposición de la ultraderecha. Pero, mira tú por donde, con los datos de la encuesta, resulta que a Mazón sólo debe quedarle la confianza y apoyo de los votantes de Vox, que qué más les dará a ellos unos gestos de justicia de más o de menos si pueden contribuir a destrozar el paisaje institucional. Ya sé que la cosa en estas materias demoscópicas es compleja, llena de recovecos y matices, pero mira usted el estudio y por ahí andarán las cosas. Por lo tanto se han aprobado unos Presupuestos que provocarán conflictos sociales, que se han hecho atacando las bases del diálogo social y en contra de principios del propio Estatut de Autonomía y que no podrán desarrollarse por un Consell laminado por su propia inutilidad, hundido por su propio peso muerto. Y que, además, restarán credibilidad a Mazón entre sus electores, deseosos, cuanto antes, de un cambio o de dirigirse a la abstención o, quizá, directamente a un Vox victorioso. A estas alturas para muchos electores de las derechas debe ser preferible oler a rancio que a fango.

Pero que no se preocupe nadie de la tropa de Mazón. Él es el capitán pólvora mojada, y tiene muchas fiestas de pueblo por recorrer. Ya lo ha dicho el Síndic del PP: a ellos esta encuesta pues ni fu ni fa, para ellos sólo vale la del día de las elecciones. Me muero de risa por la ocurrencia y su originalidad. En parte porque no se han dado cuenta de que el día de las elecciones fue el pasado 29 de octubre, al atardecer. Llovía.

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