Opinión | En el barro

Trump y Milei no están tan lejos de Valencia

Los presupuestos desprenden el tufo de la ola ultra que empaña el mundo. Del Mazón de la gestión eficaz queda el recorte fiscal

Carlos Mazón en el largo pleno de aprobación de los presupuestos, el miércoles

Carlos Mazón en el largo pleno de aprobación de los presupuestos, el miércoles / EFE/Bruque

Escena 1. La muerte viaja en cayuco. La muerte en directo y en vivo. Son igual de muertos que los que se ahogan en alta mar y desaparecen para siempre en este gran cementerio de sal que nos envuelve, pero nos impresiona que mueran ante nuestra mirada, a un puñado de metros del muelle. Oímos la desesperación. Somos testigos directos de la lucha por la vida. Un héroe sin nombre se lanza una y otra vez al agua a rescatar vidas. Algunas se van debajo de la nave. Perder el sueño cuando lo tocas con los dedos.

Escena 2. El diplomático llora en una de esas salas inmensas que impresionan. El embajador de Palestina llora porque no le quedan palabras para mendigar una reacción ante la destrucción de su gente en Gaza. El representante de Israel mira impasible con su cabeza engominada.

Escena 3. Cientos de palestinos enjaulados en busca de un trozo de pan, algo que llevar a sus casas, las pocas que quedan, o sus nuevos habitáculos de resistencia.

Escena 4. Los ojos de una niña de 13 años ante un cuchillo de cocina. Será lo último que vea. Lo empuña su padre. No tiene tiempo de preguntarse por qué. Esto es violencia machista. Esto es eso que algunos denigran como ideología de género. En esos ojos se escapa todo lo que hemos aprendido de libertad y respeto.

Las escenas de la semana. Las que cortan la digestión. La actualidad tiene ríos visibles y otros subterráneos. El que se ve es el ecuador de la legislatura y la nueva alianza de Mazón y Vox. Uno de los que no se ve y baja fuerte desde la gran capital es el futuro de Mazón. La ola que viene del centro dice que se acerca la hora. No ha pasado. Y la actitud no es la del que está preparando las maletas. Miren la ‘fiesta’ de ayer en Nàquera.

Lo que se ve es la ultraderecha gobernando, en sintonía directa con las escenas que marcan las noticias del mundo esta semana. La motosierra de Milei y las necedades de Trump no están tan lejos. Pero a veces no se ve lo que está al lado. Como si fuera imposible. Invito a dar un paseo por los presupuestos que Mazón ha concedido a Vox. Están todas las señas de identidad de la nueva internacional reaccionaria: la inmigración, el cambio climático, el blanqueamiento del fascismo (aquí llamado franquismo) y la guerra cultural.

Se da dinero a ayuntamientos para restituir cruces y símbolos que son apología de nuestro singular fascismo. Se quita dinero para desenterrar huesos sin identidad. Se da dinero a universidades católicas para memoria histórica y se resta a las públicas. Desaparece cualquier referencia presupuestaria a víctimas del franquismo, todas caen en un benéfico magma genérico donde no hay opresores ni represaliados.

El convenio anual con la agencia de la ONU para los refugiados palestinos desaparece. Es la misma agencia que disgusta a Trump e Israel, que quieren controlar ellos la ayuda a Palestina, con sus intereses. Estamos en esa misma órbita a este lado del viejo mar, según los presupuestos valencianos. También reducimos el apoyo a la cooperación internacional e incorporamos a empresas como nuevos actores.

La inmigración está en esas cuentas como realidad a reprimir, con partidas para fomentar la devolución de menores migrantes a sus países de origen, maquilladas en la literatura presupuestaria como ‘reagrupamiento familiar’.

Los sindicatos pierden fondos. También la patronal. Los organismos que representan el diálogo social, una de las claves en estos 50 años de democracia, parece que gustan menos en esta nueva manera de gobernar que nos llega, que prefiere formas más autoritarias.

El valenciano es otra realidad cultural a combatir. Primero fue la elección de la lengua base, medida surgida de las entretelas naturales de Mazón y Rovira. Ahora es el acorralamiento de la autoridad lingüística del valenciano, que se queda en los huesos, solo con dinero para pagar las nóminas (quitar eso hubiera sido ilegal). La entidad creada en tiempos de Eduardo Zaplana para la paz lingüística y que no gusta nada a los radicales de la batalla de Valencia queda señalada y estrangulada. Como querían. También desaparecen las ayudas a las entidades que desde hace años defienden la lengua propia, porque asumen lo que dice la ciencia, que el idioma es el mismo que el que se habla más allá de Vinaròs. Pero la ciencia no es plato de gusto para los nuevos poderes ultras del mundo, así que quien sale premiado de estos presupuestos son los grupos, minoritarios, que propugnan lo contrario a la ciencia. Las batallas de Trump no están tan lejos.

No sé sí Mazón se va. Sé que el 80 % de los ciudadanos cree que debe irse por su papel en la riada. No sé qué hará mañana o después del congreso del PP. No sé si Feijóo tiene el liderazgo suficiente para convencerlo de que se aparte. Sé el menú acordado para los dos próximos años. Y lo que se ve es que Milei o Trump no están tan lejos. La nueva ola ultra no está tan lejos. Del Mazón de amplias mayorías de la campaña de 2023, centrado en la gestión eficaz, quedan las rebajas fiscales y el pragmatismo necesario para pactar unas cuentas que le permiten seguir gobernando y exhibiendo una solidez que le falla a Pedro Sánchez.

No sé qué pasará. Sé que estas cuentas dan la razón a Santiago Abascal un año después de romper los pactos autonómicos por los menores migrantes. Lo que se legisla a través de los presupuestos tiene un tufo más radical y ultramontano que lo que había antes.

No sé qué pensará Feijóo, el actor clave en el futuro de Mazón (con eso está dicho todo de nuestro pírrico e iluso autogobierno), pero creo que ahora que ve más cerca el Gobierno de España puede intuir lo que le espera, porque la Moncloa solo es un destino posible de la mano de los nuevos populistas de ultraderecha. Quizá eso explique tantas cosas.

Escena 5. Abro los ojos y la puerta. Los vencejos han vuelto esta mañana. Vuelan bajo en busca de alguna cavidad donde anidar. La belleza sigue aquí. Tan cerca y tan oculta.

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