Opinión

Los adolescentes de la dana

En estas semanas de recta final de la selectividad, cabría esperar que las autoridades tuvieran en cuenta las adversidades padecidas por los adolescentes de la dana. No se trata de que les regalen nada, pero sí de una actitud de comprensión

Cadena de jóvenes en labores de limpieza tras la dana.

Cadena de jóvenes en labores de limpieza tras la dana. / Efe/Bruque

Su generación ha sufrido la peor pandemia del último siglo; ha visto estallar una guerra en Ucrania, en el corazón de Europa; ha soportado crisis económicas, bajos salarios y un acceso prohibitivo a la vivienda, entre otros obstáculos. Y por si fueran pocas estas dificultades generales, a muchos adolescentes de l´Horta Sud, Chiva o Utiel les cayó encima literalmente la riada más terrible de la historia de Valencia. Por ello no resulta extraño que cerca del 40 % de los chavales y las chavalas de las zonas afectadas por la dana del pasado octubre hayan visto resentida su salud mental o su capacidad de concentración para el estudio. Un amplio informe de la ONG Plan International, publicado a principios de mayo, ha subrayado además que la vida social de esos jóvenes se ha reducido, que muchos han necesitado y necesitan todavía apoyo psicológico y que la mitad de ellos ha visto cómo sus familias perdían viviendas o empleos. A pesar de todo, esta generación ha dado la talla al implicarse a fondo en las tareas de reconstrucción desde el primer minuto. Las imágenes de adolescentes limpiando las calles de sus barrios y pueblos dieron la vuelta al mundo como un ejemplo de generosidad y de entrega a una causa colectiva. Por ello padres, madres, profesores y alumnos de los institutos de las comarcas devastadas han protagonizado protestas, manifestaciones y marchas desde hace meses para denunciar la pasividad y la incompetencia de los responsables de la Generalitat. Yo mismo he sido testigo de las justas reclamaciones del IES Alameda de Utiel que vi construir cuando era estudiante y ahora he visto arrasado por las aguas del río Magro.

Frente a esa exigencia de compromisos serios por parte de los afectados, la conselleria de Educación ha respondido y responde con una retahíla de promesas incumplidas, de anuncios propagandísticos y de la cantinela de que está centrada en la reconstrucción. Pero ¿qué se puede esperar de un departamento de la Generalitat que está dirigido por un conseller, como José Antonio Rovira, que el fatídico 29 de octubre, a la una de la tarde, se largó en su coche oficial a Alicante? En un rasgo intolerable de cinismo y absoluta falta de empatía con las víctimas declaró, días más tarde, que tenía cosas que hacer en Alicante. Con toda seguridad no serían más importantes que atender a su obligación como máximo responsable de los centros educativos. Así demostró Rovira que el equipo de Carlos Mazón estaba y está integrado por políticos tan negligentes y tan soberbios como el presidente. Ahora, en estas semanas de recta final de la selectividad para miles de estudiantes, cabría esperar que las autoridades tuvieran en cuenta las adversidades padecidas por los adolescentes de la dana. No se trata, por supuesto, de que les regalen nada, pero sí de una actitud de comprensión por parte de las autoridades educativas. Entretanto, miles de afectados claman, cada día más, por unas rápidas y seguras alternativas de futuro para los institutos de la dana de cara al curso próximo. Y para que la Generalitat no haga oídos sordos, como es su costumbre, convendrá que las reivindicaciones de familias, estudiantes y profesores se escuchen con fuerza en los despachos y en la calle.

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