Opinión
Nuestro Clima, nuestro trabajo, nuestro futuro: un compromiso valenciano ineludible
La Comunitat Valenciana se encuentra en la primera línea de un combate cuyos efectos ya no son una amenaza lejana, sino una realidad cotidiana

Trabajos por los daños de la dana. / Levante-EMV
En esta nueva conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, la reflexión sobre la crisis climática que nos asedia trasciende la mera preocupación para convertirse en una llamada a la acción urgente y decidida. Nadie puede poner en duda que la Comunitat Valenciana se encuentra en la primera línea de un combate cuyos efectos ya no son una amenaza lejana, sino una realidad cotidiana que golpea con dureza nuestro territorio, nuestra economía y fundamentalmente, a nuestra gente.
Los datos científicos, contundentes e irrefutables, exponen un panorama que exige la máxima atención. El calentamiento global, indiscutiblemente inducido por la actividad humana, está alterando los sistemas naturales de nuestro planeta a una velocidad sin precedentes. Y nuestra tierra, por su ubicación mediterránea, es especialmente vulnerable. El incremento térmico es alarmante: el verano ya se extiende casi cinco semanas más que en la década de 1980, y las noches tórridas, aquellas en las que el mercurio no desciende de los 25°C, se han multiplicado por diez desde 1984. Esta "nueva normalidad climática", con olas de calor más frecuentes e intensas, no es una anécdota pasajera, sino una tendencia que impacta directamente en la salud pública y en nuestros sectores productivos.
Vivimos la creciente irregularidad hídrica como una manifestación palpable de esta crisis. Por un lado, sufrimos una progresiva desertificación y una disminución del volumen total de precipitaciones, que amenaza nuestra agricultura y tensiona hasta el límite nuestros recursos hídricos. Por otro, esta tendencia se ve salpicada, paradójicamente, por episodios de lluvias torrenciales de una intensidad y capacidad destructiva sin precedentes, como la dana que asoló la provincia de Valencia a finales de octubre de 2024, batiendo récords históricos de precipitación acumulada. Nuestras costas, motor económico esencial y hogar de miles de valencianos y valencianas, encaran la amenaza implacable y a largo plazo del aumento del nivel del mar, un proceso que continuará durante siglos y que pone en jaque playas, infraestructuras vitales y ecosistemas de incalculable valor.
Desde UGT-PV, esta realidad nos interpela directamente, pues sus consecuencias más severas recaen sobre el mundo del trabajo. El calor extremo ya está mermando la capacidad física y cognitiva para trabajar, disminuyendo el rendimiento y aumentando peligrosamente el riesgo de accidentes laborales. Sectores tan emblemáticos de nuestra economía como la agricultura, la construcción, el turismo o los servicios que se desarrollan al aire libre se ven especialmente afectados. La adaptación de las condiciones de trabajo no es una opción, sino una necesidad imperiosa y un derecho laboral.
Por ello, el diálogo social y la negociación colectiva se erigen como herramientas fundamentales. Estamos comprometidos a impulsar la inclusión de cláusulas climáticas en todos los convenios colectivos, que aborden la adaptación de las condiciones laborales ante el calor y otros riesgos climáticos, la prevención de riesgos específicos, y la formación y recualificación profesional para facilitar la transición hacia empleos verdes y resilientes. Medidas como el "permiso climático", recientemente reconocido en el Real Decreto-Ley 8/2024, son un avance importante, pero debemos seguir profundizando en la protección de la seguridad y salud de las personas trabajadoras ante los efectos del cambio climático.
La transición hacia una economía descarbonizada y resiliente no solo es una obligación ineludible, sino también una oportunidad para modernizar nuestro tejido productivo, generar empleo de calidad, mejorar la salud pública y construir un territorio más resiliente. Pero esta transición debe ser justa. Debemos asegurar que nadie quede atrás, protegiendo a los colectivos más vulnerables que, como siempre, sufren de forma desproporcionada los envites de cualquier crisis, y la climática no es una excepción. La crisis climática no puede ser un nuevo espacio para la desigualdad.
Este 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, nuestro compromiso como UGT-PV es más firme que nunca: seguir trabajando desde la concertación social, la negociación y la acción sindical para que la Comunitat Valenciana afronte este desafío histórico. Debemos exigir el cumplimiento de los compromisos políticos, promover inversiones con criterios de justicia y fomentar una cultura de prevención y adaptación. Proteger nuestro entorno, nuestra economía y, sobre todo, la salud, los derechos y el futuro de nuestras trabajadoras y trabajadores es nuestra razón de ser. La inacción no es, ni será jamás, una opción.
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