Opinión

València

Mazón, el Houdini de la política valenciana

El presidente ha protagonizado desde el 29 de octubre episodios de escapismo político que han teñido de frustración el mandato

Carlos Mazón.

Carlos Mazón. / Rober Solsona / E. Press

No parece muy edificante asociar el nombre del legendario escapista Harry Houdini con el de un político, una figura que debería encarnar honorabilidad, responsabilidad y respeto hacia la ciudadanía. Sin embargo, el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, se ha ganado a pulso ese apodo, convertido en protagonista de una serie de ausencias inexplicadas que han desatado desconcierto y malestar. Su comportamiento remite más al ilusionismo que a la transparencia que exige el cargo público.

Siete meses después de su primera desaparición significativa, continúa sin conocerse donde estaba escondido. Nadie ha logrado desvelar el misterio que rodea una ausencia marcada por tintes dramáticos. Hay una parte del truco que ha sido desvelada, o al menos así lo ha hecho creer, como ocurre con los magos profesionales, no sabemos si está desviando la atención hacia lo accesorio, evitando así el enfoque en lo verdaderamente relevante. Su primera gran ausencia, el día 29 de octubre del pasado año ha sido maquillada con todo tipo de excusas, ofreciendo versiones de cómo se produjeron los hechos que sonrojan a cualquiera que las ponga por orden y trate de entender lo sucedido.

Durante todo este tiempo, el presidente ha protagonizado episodios de escapismo político que han teñido de frustración el mandato.

Su conducta evasiva ha sido especialmente dolorosa para las víctimas de la dana, quienes aún no han recibido la atención que merecen por parte del máximo responsable de la Generalitat. En un momento en el que se requería empatía, Mazón eligió el silencio.

Su estrategia de desaparición se ha repetido en eventos clave. Durante las Fallas evitó el protagonismo, temiendo que el espectáculo se le fuera de las manos. Ausencias similares se produjeron en Castellón y Alicante, en fechas institucionales de alto valor simbólico, en las que se esperaba su presencia como máximo representante del gobierno autonómico. Tampoco ha comparecido ante los tribunales que investigan la gestión de la dana, a pesar de haber sido invitado a declarar. Prefirió, una vez más, el escapismo.

Esta actitud pone de manifiesto una preocupante falta de coraje político. Las calles se han llenado, una y otra vez, de manifestaciones que exigen su dimisión. Sin embargo, el silencio ha sido su única respuesta. En los ámbitos político, empresarial, sindical y cultural, Mazón se ha convertido en una figura incómoda, con la que pocos quieren asociarse.

Lo más lamentable es que su conducta parece responder exclusivamente a intereses personales: garantizarse privilegios, obtener protecciones o mantener, a toda costa, un estatus que muchos consideran inmerecido.

No caben ya más trucos de chistera, ni los presupuestos vergonzosos que ha regalado como una forma de comprar su continuación, ni la falacia de la reconstrucción, justifican su continuidad. Debe dejar de esconderse de la realidad que ha generado su conducta, mostrando un comportamiento absolutamente inadmisible para un servidor público. Ya es momento de contar los trucos y, ahora sí, desaparecer, pero de la vida pública, asumir la responsabilidad que le corresponde y dejar que el proceso de reconstrucción lleve a cabo sin un elemento distorsionante que incomoda a todo el mundo y que impide hacer algo que es lo que realmente se necesita, sin trampas y sin mentiras.

Tracking Pixel Contents