Opinión | Viento Albornés
Herencias revolucionarias

Edificios a medio construir en el proyecto residencial de Sociópolis, en la pedanía de la Torre, en València. / Miguel Angel Montesinos
No pensamos en estas fechas ya calurosas acercarnos a la Historia de las revoluciones y su huella o herencia en la mentalidad colectiva contemporánea -especialmente la francesa de 1789 que suele utilizarse como inicio de esa contemporaneidad en los estudios históricos-, sino hacia algo a lo que llevamos muchos años dando vueltas e comentando y no es otra la cuestión que si se cambiase el actual sistema de herencias, encaminándolo a su desaparición como tal, podría producirse una revolución en el sistema capitalista financiero que nos lleva sin aliento a un rédito sin fin, sin riesgo y como sea, que nos recuerda a la tesaurización que lastrara al imperio romano en su última etapa, previa a la denominada invasión de los bárbaros, que también trae ecos de actualidad.
Lo que no esperábamos es que tal cuestión estuviese en el candelero de nuestros días y así lo mostró el periodista valenciano Rodrigo Terrasa (coautor del texto con el maestro Paco Roca de su último cómic, “El abismo del olvido”, que nos lleva alrededor de los fusilamientos de Paterna…) en otro de sus interesantes reportajes (“El Mundo, 25-V-2025), acerca de la cuestión de la herencia -La gran sucesión- y cómo han aumentado las desigualdades vitales entre las nuevas generaciones y eso que todavía no ha incidido el legado de la llamada generación “boomer” -baby boom- con sus catorce millones de niños y niñas (1958-1977); se hace eco además de la repercusión de una publicación de la revista “The Economist” dejando claro que para ser hoy rico es más importante la herencia que la carrera profesional. Grande novedad.
En la zona euro de la UE las cifras anuales de herencias se han duplicado y triplicado en medio siglo, mientras en España las viviendas heredadas han crecido un 50% en quince años, por lo que corremos un grave riesgo de dividir a la sociedad por heritocracia más que por meritocracia, algo que supone una preocupación y Terrasa nos muestra cómo ha llegado al propio presidente Pedro Sánchez en un discurso pronunciado en el Ministerio de vivienda. En la piel de toro los “boomers” suponen casi el 30% de la población y su herencia principal serán las viviendas. En cuanto a la fiscalidad que se paga ya saben los amables lectores que hay una guerra en nuestra patria, pero lo cierto es que las herencias sólo suponen el 1% de los impuestos que se recaudan en los países desarrollados.
Dos días después del reportaje, curiosamente en el mismo diario, Arcadi Espada publicaba una columna iniciada declarando que un clamor contra la herencia recorre el mundo (sic) y también aludía al artículo en “The Economist” de unos meses atrás, pero introduciendo como novedad un componente político, pues atribuye a “la izquierda” (a saber qué es ese ente) un plan debelador de la herencia material o económica, que opina no debe ser fiscalizada, si bien ello no obsta para que declare como de mayor importancia la “herencia genética” paterna. Discusiones donde no entramos, pues creemos que el problema no se soluciona sin una progresiva revolución, más allá de tasas e aranceles o enfrentamientos ideológicos y menos aún generacionales, que debemos empezar a estudiar con toda seriedad antes de que se enquiste. Quizá algo peor. Piénsenlo. De las herencias del bienio Mazón-Catalá, mejor ni pío.
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