Opinión
Gaza: la cuadratura del círculo
El escenario es complicado y sin esperanza para el pueblo palestino que está sufriendo una destrucción, proporcionalmente, sin precedentes. Pero también para Israel, que tiene que soportar el engaño de sus dirigentes

Palestinos transportan un cadáver en Gaza. / Abdel Karee
Muchos amigos me preguntan: ¿qué solución tiene Gaza? De momento el 'resort' de Trump, por una parte y una población que puede acabar en tiendas de campaña en el Sinaí o en cualquier otro lugar del continente africano por otra. Seriamente, después de lo visto y oído, a nadie le importa la suerte del pueblo palestino. Solamente se mueve algo cuando el hedor de la muerte es insoportable.
No obstante, podemos vislumbrar por dónde podrían ir las posibles soluciones a medio y largo plazo. Éstas, en todo caso, pasan por cuatro vectores. El primero, la sociedad israelí, el segundo, el pueblo palestino, el tercero Estados Unidos y el cuarto el resto de la comunidad internacional. Cada uno de ellos tiene sus puntos fuertes y sus debilidades.
La sociedad israelí moderada que no circula políticamente en los alrededores de Netanyahu y sus adláteres, a pesar del 'apagón' mediático, es consciente de las barbaridades que está cometiendo su gobierno en Gaza. Sin embargo se preguntan cada día quién puede garantizar la existencia del Estado de Israel. El miedo les atenaza. Por eso la pregunta clave es: ¿quién puede ofrecer seguridades a una sociedad atemorizada y frenar al mismo tiempo el holocausto del pueblo palestino? La respuesta a esta pregunta tiene que nacer del interior de la sociedad israelí. Israel existe y debe existir, pero no a costa de otro pueblo. La cuadratura del círculo.
El pueblo palestino tiene que preguntarse que quiere ser de mayor. La resquebrajadura entre Al Fatah y Hamás ha llevado a cortar el diálogo entre ambas realidades políticas y a la radicalización de Hamás. Hamás, bajo los auspicios de una fuerza de interposición de los países árabes, debería deponer las armas, entregar a los rehenes y constituirse en un partido político, y olvidarse de la amenaza irreal de echar a todos los judíos al mar. Al Fatah debería tender la mano a Hamás y garantizar su integración política. Y preparar las condiciones para que la Autoridad Nacional Palestina convoque elecciones presidenciales y legislativas, aplazadas sine die, de las que salga un gobierno que pueda dialogar, con una sola voz, con el gobierno de Israel. Complicado
Los Estados Unidos, principal valedor de Israel a todos los niveles, no está desde la elección de Trump en el mejor momento para provocar un encuentro entre el pueblo palestino e israelí. Trump está obsesionado con el 'resort' de Gaza y mirando hacia otro lado ante la progresiva colonización de Cisjordania y la violencia global. Únicamente un resquebrajamiento serio del partido republicano ante las 'barbaridades' de Israel y de su presidente podrían activar algún mecanismo que hiciera posible alguna iniciativa. De momento utópico.
La comunidad internacional está fundamentalmente ensimismada con los aranceles de Trump y Gaza le preocupa relativamente. Desde el punto de vista geopolítico además las soluciones no son fáciles. Una Europa dividida, incapaz de pensar en soluciones reales, ya que sabe que Netanyahu se ríe de ella en sus narices. Rusia con fuertes lazos con Israel ni se plantea entrar en el conflicto, ya que tiene bastante con Ucrania, y además soportando el acoso interesado de Trump, que decía que acabaría en 24 horas ese conflicto. Finalmente China, emergente y activa en África, sustituyendo a ingleses, franceses y americanos, pero sobre todo siendo el valedor y el paraguas de Irán, principal enemigo de Israel. Además Irán ha alimentado a Hezbollah y a Hamas. Por otro lado, los llamados estados árabes moderados están hartos del conflicto, pero no saben por dónde tirar. Una de las causas de la 'razzia' salvaje del 7 de octubre es el intento de Arabia Saudí de “blanquear” a Israel. Muchos intereses cruzados.
Y todo esto, de momento, para un alto el fuego y el cese de las hostilidades. Lo de los dos estados es harina de otro costal.
El escenario es complicado y sin esperanza para el pueblo palestino que está sufriendo una destrucción, proporcionalmente, sin precedentes. Pero también para Israel, que tiene que soportar el engaño de sus dirigentes y la tiranía de un líder que sólo piensa en salvarse de las acusaciones de la justicia, y que está enfangando, desde la manipulación, cada vez más a su pueblo. Y, además criticar al gobierno de Israel no es antisemitismo.
En pleno siglo XXI el mundo no termina de tener liderazgos serios y responsables, capaces de generar justicia y paz en este conflicto y los 50 restantes.
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