Opinión
Con Lim, ni en la selección
Desaparecido Gayá, espero que momentáneamente, el futbol valenciano está representado en España por el Villarreal

Baena y Morata se abrazan tras la final con Portugal. / Efe
La primera vez que me pidieron una crónica de la selección española de fútbol, abril de 1963, la demanda estaba justificada porque debutaba Vicente Guillot. Eran tiempos en que el Valencia tenía jugadores con vitola de internacionalidad. Ahora, desaparecido Gayá, espero que momentáneamente, la aportación del futbol valenciano está representado por el Villarreal. Contra Portugal fueron alineados Baena y Yeremy Pino. El valencianismo balompédico no tiene otro consuelo que la Sub-21 donde hay hasta cuatro nombres de la cantera de Mestalla. Desde que manda Lim, ni puestos importantes en la selección nacional.
En el equipo que selecciona De la Fuente únicamente está Grimaldo, defensa del Bayer Leverkusen. Otro nombre que también nos viene de lejos. En la final contra los portugueses el único nombre que tenía alguna ascendencia valencianista era Isco que de Paterna acabó harto porque el entrenador de turno no supo ver su calidad.
Los tiempos del valencianismo mestallista casi han pasado a mejor vida. Esta semana habría cumplido cien años Antonio Puchades, nombre más que mítico y referente de aquella época en la que el maestro don José Maiques creó una escuela que dio varios nombre ilustres como el citado Puchades sus paisanos Mañó, Sendra y los hermanos Ibáñez, entre otros..
Ver jugar a España no crea los nervios de cuando individualizábamos porque había de los nuestros. De mi larga experiencia aun recuerdo el maravilloso gol que marcó Claramunt en Grecia en el saque de córner que hizo Valdez. Aquella si era jugada estudiada y lección bien interpretada. Entonces también existía el córner y la oportunidad para buscar la cabeza del delantero centro. Claramunt remató desde fuera del área. Ahora se lleva el gilicorner jugada en la que se pierde la ventaja de que ya existe el fuera de juego.
Volver a hablar de la selección española, tal vez he hecho más de cuatrocientas crónicas, vuelvo a tiempos en que el fútbol era menos técnico, menos estudiado. La selección actual juega al estilo que se ha impuesto. Mucho balón hacia atrás, mucho pase para que el portero se vea en apuros y demasiada paciencia para pasar al campo contrario.
A los seleccionadores se les perdona mientras ganan. De la Fuente ya ha caído en el manjar de los comentaristas. Ya no han gustado los cambios que hizo ante los portugueses. Ya hay que hacerse preguntas como la de recurrir a Morata, más nombre que realidad. Y también por qué Cubarsí ha sido relevado. Igualmente alguien debería aclarar las razones por las cuales el mejor central del momento, Iñigo Martínez, no está en el equipo.
Perder en los lanzamientos de penalti es más que doloroso. Y los es más porque todos los equipos tienen preparadores de porteros y todavía nadie ha explicado que el noventa por ciento de los diestros lanza hacia la derecha y el mismo número de porcentaje hay que dedicar a los zurdos que dirigen el balón hacia la izquierda del guardameta. Es evidente que, alguna vez, el lanzador cambia la dirección de lo proporcionalmente establecido, pero es de las pocas veces en que surge la sorpresa.
La selección española seguirá sustentándose en equipos en que todavía hay miembros de casa. Tampoco está el Real Madrid en la lista de los que han de surtir a la selección porque no es seleccionable su delegado de campo, Carlos Mejía Dávila, que fue árbitro en la época en que se sospechaba que mandaba Negreira.
Posdata. El futbol crea patriotismo. Bastó ver el entusiasmo con que el seleccionador portugués, el español Roberto Martínez, cantó el himno de nuestros vecinos.