Opinión | Bolos

Director de Levante-EMV

Los retos de Catalá

Mª José Catalá en su repaso de dos años de alcaldesa.

Mª José Catalá en su repaso de dos años de alcaldesa. / Francisco Calabuig

Solo hay que pasear por Málaga para confirmar que las ciudades necesitan liderazgos para progresar. El impulso de Francisco de la Torre a la capital de la Costa del Sol es indiscutible, porque además de la gestión corriente y eficiente, se necesitan proyectos que generen bienestar y confianza entre los vecinos. María José Catalá participa este miércoles en el II Foro del Mediterráneo de Prensa Ibérica en Málaga junto con De la Torre, un espejo donde reconoce que se mira de vez en cuando, aunque este martes ha concretado un poco más su proyecto para València, ese que venía avanzando por fascículos. En una mezcla de anuncios -centro tecnológico de Microsoft en La Farinera, construcción de más viviendas protegidas, ordenanza de unificación de imagen para Ciutat Vella y tolerancia cero contra los apartamentos ilegales-, conceptos urbanísticos -no a la ciudad franquicia-, junto con el convencimiento que su presente y futuro político pasa por el Cap i Casal, Mazón mediante, aunque la aportación más interesante ha sido su firme compromiso metropolitano.

Catalá ha entendido como ningún otro regidor de València hasta ahora la visión ‘extracruces’ de la ciudad real, esa que vive, trabaja, se mueve y disfruta de un área cada vez más extensa, que seguirá creciendo, como señalan todos los estudios demográficos. Pese a las turbulencias propias y ajenas, es la única dirigente valenciana con condiciones para liderar ese proyecto metropolitano. No solo sabe lo que quiere, sino que además está bien asesorada. Como buena aficionada a la música, y a Serrat, otra de las canciones que le debe acompañar en este viaje es la mítica que recuerda que nacimos en el Mediterráneo, o sea que no cese en la demanda del tan necesario corredor ferroviario, clave para todo lo que pretende.

València será lo que quieran sus ciudadanos, pero para ampliar consensos y llegar a acuerdos firmes se necesitan capitanes de barcos audaces, que sepan escuchar mucho y al mismo tiempo con conocimiento para interpretar la época. Ni Ribó, ni sus socios adanistas, tuvieron intención de nada, ahora es la hora de Català.

Tracking Pixel Contents