Opinión | Bolos

Director de Levante-EMV

El personal de La Fe

Bomberos tras soficar el incendio intencionado en la planta de Psiquiatría de La Fe.

Bomberos tras soficar el incendio intencionado en la planta de Psiquiatría de La Fe. / Miguel Ángel Montesinos

Por causas sobrevenidas, conozco bien a los sanitarios del hospital La Fe. Desde los celadores de la puerta y de atención al público hasta los reputados investigadores biomédicos, pasando por el contrastado personal de enfermería y médico. Si hubiera una sección especial de los mejores sanatorios del mundo, esta clínica valenciana estaría siempre entre las primeras. Este lunes sufrió un incendio provocado en la unidad de Psiquiatría que obligó a desalojar a los pacientes y causó una víctima mortal y ocho sanitarios heridos. El origen del incidente está en la quema de un colchón originado por un maltratador ingresado que tenía una orden de alejamiento en vigor de su exmujer y sus dos hijos, que además de ejercer la violencia vicaria, puso en peligro a todos los pacientes del centro. Todo y la tragedia, los protocolos de seguridad de La Fe funcionaron, así como la intervención inmediata de bomberos y fuerzas de seguridad para evitar males mayores.

En mis horas entre batas blancas solo he presenciado mala educación por parte de algún paciente o acompañante, siempre verbal y en muy pocos casos, pero por lo contado por los afectados, hay muchas situaciones violentas en su jornada laboral, en casi todas las plantas, y sobre todo en Urgencias. Según datos de la Conselleria de Sanidad, la Comunitat Valenciana registró durante el año pasado 1.356 agresiones a sanitarios, de las cuales el 83,7% fueron verbales y un 16,3% resultaron agresiones físicas, la mayoría en los centros de Atención Primaria pero también en los hospitales. En todas las pantallas de citación se advierte: “Agredir al personal sanitario es delito”, al tiempo que se recuerda que esas actitudes van en contra de la atención sanadora que se ha ido a buscar. Desde la reforma del Código Penal en 2015, agredir o intimidar gravemente a un profesional sanitario se castiga con penas de prisión de uno a cuatro años y multas de tres a seis meses, incluso si la agresión ocurre fuera del entorno laboral.

Aunque hace tan solo cinco años, parecen lejanos aquellos aplausos pandémicos con los que animábamos a los sanitarios para que salvaran vidas. Un personal esencial que necesita de nuestra máxima consideración todos los días, no solo cuando nos urge.

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