Opinión | En el barro
¿Por qué este Nou d’Octubre es tan diferente y extraño?
La paradoja es que las lluvias y un aviso por inclemencias meteorológicas evitarán la más que previsible calentura hoy en las calles de València a causa de un aviso de dana mal gestionado hace un año que todavía sangra

Carlos Mazón en la procesión cívica del Nou d'Octubre de 2024. / Rober Solsona - Europa Press
No demos muchas vueltas ni retrasemos conclusiones. Todo es tan diferente hoy fundamentalmente porque arrastramos las heridas del fatídico 29 de octubre de 2024, reflejadas en 230 víctimas mortales, un aluvión de daños materiales y una transformación del territorio aún perfectamente visible en las zonas más afectadas.
Ni habrá acto institucional al abrigo del Palau de la Generalitat, algo insólito en 40 años largos de autogobierno. Ni habrá distinciones. Ni habrá (en principio) procesión cívica con la Senyera. Ni habrá mascletà al mediodía. Ni habrá manifestación reivindicativa por la tarde. Lo que queda es un Nou d’Octubre como nunca se ha vivido en etapa democrática: sin actos públicos, entre visillos, reducido a la celebración católica en el interior de la Catedral con el arzobispo.
La alerta naranja de la Agencia Estatal de Meteorología ante la previsión de una dana con lluvias fuertes (hasta 60 litros por metro en una hora) ha motivado el cambio radical de planes. Son decisiones que se adoptan por precaución y que contrastan con todo lo que sucedió la víspera de la riada, cuando la misma Aemet emitió un aviso rojo (de riesgo “extremo”, por tanto) pero las agendas de la Generalitat se mantuvieron (no las de la Universitat de València o los de la diputación provincial). Creo que, sin cuestionar las decisiones ante este Nou d’Octubre, no es aventurado decir que no se hubieran producido sin el 29-O.
Y no es solo lo que la mortal barrancada ha cambiado a la hora de planificar la actividad pública y ciudadana. Está la mella en la confianza en las instituciones. Y está, también, la herida con los gobernantes, traducida en distancia, como mínimo, y en las protestas, como máximo, que se podían prever contra el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y su Consell durante los actos de esta jornada de fiesta y reivindicación.
La paradoja es, de esta manera, que las lluvias y un aviso por inclemencias meteorológicas evitarán la más que previsible calentura hoy en las calles de València a causa de un aviso meteorológico mal gestionado hace un año que todavía sangra. Prefiero ponerme en el lado positivo de las cosas y ojalá este Nou d’Octubre inusual sirva para que la convivencia no empeore, que ya la tenemos bastante incendiada, con la fiebre de las "erróneas" y "tardías" decisiones del 29-O y con las llamas que alcanzan desde la política de Madrid.
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