Opinión
Un discurso sin rumbo
No hay discurso, por mucho que cante el himno regional, que permita eludir una realidad que es incontestable: la sociedad valenciana no confía en este Consell

Carlos Mazón, durante la declaración institucional por el Día de la Comunitat Valenciana. / GVA
En la íntima relación entre el lenguaje y la política se erige el discurso político como ese espacio por donde transitan las palabras con capacidad para crear, transformar, avanzar o explicar; pero, también, con la de mentir o de usar unas con la intención de ocultar otras, de manipular o tergiversar. Eso ya dependerá de las características del sujeto que las pronuncie. Al final, las palabras y el discurso definen a las personas en el ejercicio de la política.
La aspiración de una sociedad en democracia es la de verse representada por quienes hacen un buen uso de la palabra, ¿verdad? Y no me estoy refiriendo únicamente a la capacidad de oratoria y persuasión, sino al contenido del discurso; lugar donde residen la seriedad, la coherencia y la virtud del liderazgo político cuando se ocupa un asiento en algún ámbito del poder público.
El último discurso de interés es el pronunciado por el president de la Generalitat con motivo de la conmemoración del Nou d’Octubre. Siendo breve, porque no se pudo celebrar el tradicional acto institucional, entraña suficiente contenido para afirmar que el Consell avanza en la línea de la construcción de una narrativa política identitaria, como si el pueblo valenciano se encontrara en una suerte de crisis existencial. En este, concretamente, lo curioso es la incoherencia de defender unos valores que él mismo dejó de respetar en el momento en el que inició la contienda contra la lengua propia y contra los grandes consensos que han definido y apuntalado el autogobierno.
La frivolidad con la que se está configurando este relato de palabras huecas no resolverá, ni cubrirá, la infinita irresponsabilidad de su no actuación el 29 de octubre. Máxime, cuando cada punto de ese encaje de bolillos que se va dando, que vamos conociendo, aún lo complica más. Y no hay mayor antídoto frente a la necedad política que la sabiduría social. Una muestra es el dato abrumador de la encuesta publicada por los diarios de Prensa Ibérica hace unos días según el cual, un 82 % de la población entiende que el president de la Generalitat debería dimitir. No hay discurso, por mucho que cante el himno regional, que permita eludir una realidad que es incontestable: la sociedad valenciana no confía en este Consell. La política se define a través de las palabras y, a veces, de los silencios. Las mayorías, suelen ser así, silenciosas.
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