Opinión | Bolos
El Palleter y Mazón
El líder del PPCV encabeza el mayor nivel de rechazo ciudadano, el peor dato de una encuesta

Mazón, Pérez Llorca y Barrachina, en una sesión de control en las Corts / J.C./Corts
Este Nou d’Octubre pasado por agua deja numerosos charcos para Carlos Mazón. Atrapado en la espiral de inacción de su Consell ante la prevención y gestión de la dana del trágico 29-O, parece centrado únicamente en defenderse de la instrucción de la jueza de Catarroja. Esa causa se ha convertido en la verdadera prueba de estrés para que Feijóo asuma su papel de líder del PP y atienda el clamor popular —nunca mejor dicho— aclarando que Mazón no será candidato a la presidencia de la Generalitat. Por razones conocidas, pero sobre todo por respeto a la mayoría absoluta de cargos de su partido en la Comunitat Valenciana que continúan sin comprender nada, y menos aún esa exhibición napoleónica desde el Palau.
Mazón se está afrancesando más de lo conveniente para un socio de Vox. Incluso ha superado a Macron por la derecha con el anuncio, fuera de lugar, de día y hora para una remodelación del Consell. Un cambio que no busca impulsar la construcción de vivienda pública ni, mucho menos, medidas para reducir el precio del alquiler. Tampoco pretende aplicar el necesario plan de choque contra las listas de espera sanitarias ni aportar una solución definitiva a la colapsada movilidad metropolitana, que requiere reformar por completo el obsoleto modelo de FGV. Cuestiones que dependen exclusivamente de su parálisis gubernamental.
Además, intenta abrir otros frentes inconvenientes para desviar responsabilidades, como rectificar uno de los mayores logros del PPCV, ese amplio consenso identitario alcanzado por Zaplana y Camps, pese al desenlace conocido de ambos. Tan enredado está que planea premiar al conseller más incendiario, digo de Rovira, quien no solo ha agitado la comunidad educativa, sino que también ha dividido familias y enfrentado comarcas.
Mazón sabe, igual que Feijóo, que el peor resultado en una encuesta es el nivel de rechazo ciudadano, y en todas está a la cola. Pese a esa losa, nadie duda de que tensará aún más su partido, uno de los pilares de la sociedad valenciana. Así que, por pura propiedad transitiva, continuaremos bajo alertas de tormentas políticas. Algunos de los pocos escribas que aún le susurran deberían recordarle el origen del Palleter, Vicent Doménech, hijo de Paiporta, para más señas.
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