Opinión | Bombeja Agustinet!
Danvila, ¿lobo con piel de cordero?

José Danvila, ayer, durante un encuentro con los medios de comunicación
No me considero un tipo malpensado, pero tampoco un ingenuo que ignora cómo funciona el mundo, con los intereses torticeros que alimentan enredos, medias verdades y relaciones viciadas. Además, como periodista, siempre tengo presente aquella sentencia de Orwell: nuestro oficio va de “publicar lo que alguien no quiere que publiques; lo demás son relaciones públicas”.
La inquietud que me generó la llegada de Danvila no fue que se hiciera el amo del club, sino que tuviera la tentación de eliminar los escasos mecanismos de control para hacer una reventa ventajosa. También que, de forma no necesariamente consciente, su inversión representara un salvoconducto para la entrada de otros, tomando el club una deriva incierta y distinta a la que prometió al levantinismo. Él mismo me lo negó, en una Junta de Accionistas y también en un almuerzo, poco después. Pero ese temor emerge de nuevo, con sus últimos movimientos.
Entre préstamos, acciones y avales, Danvila ha puesto mucho dinero en el club para reflotarlo, evitar su desaparición y hacerlo viable, a corto plazo de momento. Por encima de 30 millones. También intentó ejecutar una transformación para obtener resultados a medio y largo plazo, sin la dedicación necesaria. Y ha hecho un esfuerzo sobrehumano para apagar fuegos desde que llegó. Nadie puede negarle eso. Aunque unos cuantos no habíamos perdido la esperanza en ver un plan de futuro sólido e ilusionante, más allá del pim-pam-pum.
Le encanta el fútbol y ha tomado tres buenas decisiones, acertadas: dejar la parcela deportiva en manos de Rodas y Gila que han confeccionado una plantilla muy competitiva, conseguir a Etta y mantener a Álvarez. Todo ello conlleva horas de trabajo y capacidad de gestión.
Todo apunta a que Danvila podría ser un buen líder para el Llevant del futuro.
Su anuncio del otro día lo ensombrece todo: “estamos fatal y, si no busco un socio inversor, volveremos a Ley Concursal”. Así, de repente. Cuando todos pensamos que el ascenso aceleraría otro escenario económico y facilitaría un plan estratégico basado en una buena gestión –austera, exigente– para hacer crecer la entidad, nos encontramos con este bombazo. La consecuencia inmediata sería el reequilibrio accionarial en perjuicio de los “otros” propietarios del Llevant, que hubieran podido tener cierta capacidad fiscalizadora. Convertir deuda en acciones para poder venderlas a ese socio, a costa de Fundació y minoritarios, quizá es una jugada inteligente en cualquier empresa ajena al fútbol.
Aquí, la sospecha es inevitable.
En teoría, el contexto, con el ascenso, no podía ser más favorable. Por tanto, o Danvila hizo mal las cuentas y su inversión era insuficiente, incluso con los ingresos extra del regreso a Primera (lo cual, ya de por sí, sería bastante preocupante), o esto solo forma parte de un plan para ganar mucho dinero a costa del Llevant, con una estrategia más antigua que el hilo negro: comprar una empresa arruinada con una inversión razonable, reflotarla y revalorizarla y, unos meses después, vender una parte, amortizar la inversión y quedarte un trozo del pastel. ¿A costa de qué y de quién? Del valor de las acciones de la Fundació y de los pequeños y medianos accionistas.
Sí, probablemente, con el músculo de unos y otros, sin la irrupción de Danvila el Llevant hoy no existiría (después del desastre financiero de Quico Catalán, con Danvila en su junta). Aplaudiría, lógicamente, que Danvila reflotara el Llevant y ganara dinero con él a cambio de una buena gestión, basada en el consenso y el respeto al resto de accionistas (como él han manifestado públicamente). Pero este birlibirloque con nuestro Llevant UD me deja el corazón encogido. Más aún cuando he defendido a Danvila desde su llegada. Poniéndole los puntos sobre las íes, pero desde la confianza.
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