Opinión | Bolos
La vía valenciana olvidada
Lluch sostenía que la sociedad valenciana debía hallar una “vía propia” de desarrollo político, económico y cultural, sin caer en el centralismo español ni imitar el modelo catalán

Mazón entrega el Premi de las Lletres de la Generalitat a Ferran Torrent, el octubre del año pasado. / Rafa Arjones
El mismo día en que el Gobierno recupera el nombre de Ernest Lluch para un centro en València como gesto de desagravio tras su eliminación por parte del Consell, Ferran Torrent renuncia al Premi de les Lletres Valencianes en protesta por el persistente negacionismo lingüístico de Carlos Mazón.
Miquel Nadal, el lletraferit del president y director general de Cultura, seguramente ha leído La via valenciana. El País Valencià de 1939 als nostres dies, la obra que el exministro asesinado por ETA publicó en 1976, cuando impartía clases en la Facultad de Económicas de València y era uno de los dirigentes destacados del PSPV. En ese ensayo —que Ximo Puig intentó recuperar como referencia ideológica, hasta que sus seguidores se diluyeron en Madrid—, Lluch sostenía que la sociedad valenciana debía hallar una “vía propia” de desarrollo político, económico y cultural, sin caer en el centralismo español ni limitarse a imitar el modelo catalán. Es, en esencia, lo mismo que Nadal defendió en su libro olvidado sobre la tercera vía.
Mazón, fruto de su impaciencia política, ha cruzado las líneas rojas que Zaplana y Camps respetaron, convencido de que el conflicto lingüístico aún le reporta réditos. Pero se equivoca. Hoy existen tres generaciones formadas en valenciano, y el reducto negacionista atraviesa su fase más decadente. Lo siento por el bueno de Nadal, que volvió a intentarlo confiando en que Mazón encarnaría por fin ese PPCV valencianista con el que sueña, un partido donde nadie reprenda a Vicent Mompó por expresarse en su lengua materna durante un acto de partido. No ha habido suerte, pues en lugar de seguir la senda consensuada de Ferran Villalonga, Manuel Tarancón, Esteban González Pons o María José Catalá, Mazón encomendó a José Antonio Rovira la demolición de acuerdos básicos desde la conselleria de Campanar.
La via valenciana de Lluch fue una reflexión temprana sobre un autogobierno moderno y plural, previa a la recuperación de la Generalitat, que defendía una identidad integradora, capaz de unir el desarrollo sostenible con una autonomía política efectiva y una afirmación cultural abierta al mundo. Una visión que suscribirían nueve de cada diez valencianos.
Por cierto, la obra de Ferran Torrent también está disponible en castellano, francés, alemán e italiano.
Suscríbete para seguir leyendo
- Compromís denuncia que los maceteros verdes de la plaza del Ayuntamiento de València están abandonados en un solar
- El bando fallero prohíbe las verbenas nocturnas en tres comisiones del casco histórico y recomienda no hacerlas a toda Ciutat Vella y Russafa
- El ayuntamiento adquiere un edificio en Patraix que ya tenía los 39 pisos reservados
- La acusación de Acció Cultural pide un vídeo de À Punt en el que se oye a Pradas decir: 'Es una explosión en todas partes: Carlet, Chiva, Utiel
- De astillero a bar de 'picaeta': Casa Pescadores rescata el origen gastronómico del Cabanyal
- El abogado que logró la declaración de Vilaplana pide deducir testimonio contra ella y que se cite al alcalde de Cullera, al que llamó Mazón
- Le piden 465 euros por recuperar el título de máster que perdió en la dana
- Una joven de 20 años muere atropellada por un camión de reparto en València
