Opinión | Bolos
Desde la zona cero
A escasos días del funeral de Estado sería deseable que los alcaldes y alcaldesas nos regalaran una lección de democracia

Punto donde confluyen los barrancos de l'Horteta (izquierda) y Poyo (derecha) en Torrent. / Fernando Bustamante
Días antes del primer aniversario de la devastadora dana, escuchar a los alcaldes de la zona cero es casi una obligación. Aquel 29 de octubre no llovía, y nadie les advirtió de la riada que descendía por los barrancos de l’Horteta y del Poyo. La mayoría de los ediles reconocen que la excesiva burocracia ralentiza los proyectos y que ya es hora de que el Gobierno y la Generalitat dejen a un lado sus estériles disputas partidistas. Argumentos no solo razonables, sino de puro sentido común.
Descender hasta el punto donde confluyen las dos torrenteras junto a Amparo Folgado, asomarse al Poyo con Josep Almenar, recorrer el entorno de la plaza Sant Jordi de Paiporta y contemplar el desolado auditorio de Catarroja con Lorena Sirvent permite hacerse una idea precisa de la situación, que corrobora José F. Cabanes, alcalde de Sedaví y presidente de la Mancomunitat de l’Horta Sud.
Si ya resultó incomprensible la imposibilidad de una fotografía conjunta de los alcaldes y alcaldesas de la dana en el Palacio Real, más lo es aún que no hayan sido capaces de constituir una plataforma con un decálogo básico de prioridades para solicitar posteriormente audiencia en el Palau y después en la Moncloa. El municipalismo es el primer peldaño de la democracia y debería ser, asimismo, la antesala del acuerdo en este asunto esencial y en muchos otros. De nada sirve lamentar la polarización en las Corts o en el Congreso sin predicar con el ejemplo.
Sin comprometer a nadie, es lógico que los regidores de municipios vecinos aborden problemas comunes, aunque pertenezcan a partidos distintos; porque a veces resulta incluso más fácil que hacerlo con los propios, y no es una ironía. Quizá hasta compartan un grupo de wasap, algo que, además de lógico, parece imprescindible, tal como fue en los primeros días posteriores a la dana.
A escasos días del funeral de Estado que preparan con esmero la vicepresidenta Susana Camarero y la delegada Pilar Bernabé, sería deseable que los alcaldes y alcaldesas de la zona cero nos regalaran una lección de democracia. La reconstrucción también consiste en tender puentes frente a ese populismo que tanto daño causó entonces y al que parecen aferradas las direcciones de los partidos.
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