Opinión
Las mentiras no suben la nota de la PAU: menos demagogia y más inversión

Una convocatoria de Selectividad en la universidad. / ED
La campaña contra el valenciano en la PAU no es un debate pedagógico: es demagogia. Se repite que el alumnado valenciano está “penalizado” porque, a diferencia de otras comunidades, aquí se examina también de la lengua propia. Se promete “libertad” para elegir idioma o quedarse con la mejor nota, como si el problema de la educación valenciana se resolviera quitando una prueba. La consigna suena bien en titulares; en las aulas, no.
Miremos los resultados, no el eslogan. Si se revisan las calificaciones por materias en la Comunitat Valenciana a lo largo de los últimos cinco cursos, aparece un patrón nítido: Matemáticas es, año tras año, la materia con peores calificaciones; Historia suele situarse a continuación; Castellano alterna cursos, y Valenciano queda sistemáticamente por delante de Matemáticas y de Historia y, en tres de esos cinco años, también por delante de Castellano. Inglés es la única que, de forma general, supera al Valenciano. Dicho sin rodeos: el valenciano no hunde la media. Si queremos hablar de “ocurrencias”, seamos coherentes: si el objetivo fuera mejorar las notas globales del alumnado valenciano, la medida más eficaz sería suprimir la calificación de Matemáticas. Pero si hablamos en serio, entonces el camino no pasa por eliminar pruebas ni por inventar agravios, sino por reforzar los aprendizajes básicos invirtiendo más y mejor en educación.
Tampoco resiste la comparación entre comunidades. En 2024, Cataluña y Balears, también con lengua propia, aparecen en la parte baja; Navarra y el País Vasco, en cambio, figuran entre las comunidades de cabeza. Si el problema fuera “hacer cinco exámenes”, ¿por qué Navarra y Euskadi no estarían igualmente “penalizadas”? ¿Porque el euskera es “más fácil” que el valenciano? Nadie que haya preparado una PAU en serio dirá algo así. Lo que hay son modelos y decisiones: la oferta real dentro de la fase general, la continuidad didáctica, el peso de la lectura y la escritura, los tiempos de refuerzo, la preparación de las materias clave. La tesis simplista se cae sola.
Anunciar a las puertas de la PAU que el alumnado valenciano parte en desventaja por una prueba “extra” no es protegerlo, sino fabricar ansiedad en miles de estudiantes y usar su inquietud como combustible en una pugna con el Gobierno de España. Y remata el despropósito la idea de “elegir idioma”: presentada como libertad, funciona de hecho como una vía para arrinconar el valenciano, convertirlo en una opción residual y debilitar el bilingüismo que la sociedad valenciana lleva décadas construyendo.
Si de verdad queremos mejorar, el camino es inequívoco. Más y mejor tiempo de aprendizaje: planes específicos de refuerzo en Matemáticas en 1.º y 2.º de ESO, trabajo sostenido de lectura y escritura en valenciano y en castellano en toda la escolaridad obligatoria. Condiciones laborales que permitan enseñar mejor: sustituciones ágiles, cupos que garanticen desdobles y apoyos, tiempos reales de coordinación docente, formación permanente del profesorado que conecte con la práctica de aula, y ratios más reducidas, especialmente en las materias comunes de Bachillerato que es donde son más elevadas. Y un marco normativo que no obstaculice, sino que acompañe: la llamada Ley de Libertad Educativa no ha traído sosiego ni mejora medible; sí más incertidumbre, más conflicto artificial y una rebaja clara del valenciano. Su derogación sería un buen comienzo para ordenar el sistema desde la evidencia y no desde la ocurrencia.
¿Y la PAU? Hay que consolidar el nuevo modelo de prueba, incrementar la coordinación entre el profesorado de bachillerato y las Universidades, pero no a costa de convertir el valenciano en un optativa de conveniencia. Cuando se ofrece “elegir idioma”, lo que de verdad se ofrece es abandonar el valenciano sin coste aparente. Y eso, en una comunidad oficialmente bilingüe, no es libertad: es renuncia.
Un curso puede salir mejor o peor, pero los patrones se repiten: donde hay lectura sostenida, escritura diaria y cultura del cálculo, las notas suben. Donde se convierte la lengua propia en un problema, la escuela se empobrece. El valenciano no es el problema; tampoco es una excusa. Es parte de la solución: leer más y mejor, escribir con precisión, hablar con solvencia; y hacerlo en dos lenguas, porque así está hecha nuestra sociedad y así son las competencias que de verdad cuentan fuera del aula. Lo que sí es un problema es usar la PAU como plataforma de agitación, disfrazar de “igualdad” lo que es debilitar una lengua oficial, e intentar ocultar los problemas reales de la educación.
Si de verdad queremos mejorar el resultado del alumnado de Bachillerato, sabemos qué hay que hacer. Por tanto, hay que exigir a Mazón, a Rovira y al Partido Popular que dejen de inventarse problemas y de fabricar polémicas con la PAU, y que apoyen sin titubeos nuestra lengua propia. Menos cortinas de humo y más decisiones con presupuesto; menos consignas y más responsabilidad pública.
- Los megacamiones de 44 toneladas abren la guerra entre transportistas y plataformas de distribución
- La periodista que comió con Mazón declara que el jefe del Consell firmó documentos de trabajo en El Ventorro y estaba pendiente del móvil
- Presidencia rastrea las opiniones sobre Mazón con obligación de enviar alertas a los cinco minutos de citarlo
- Inditex compra por 78,5 millones una parcela de 380.000 metros junto a la gigafactoría
- Muere el motorista herido en un accidente junto al Hospital Clínico de València
- Más de 65 kilómetros de atascos esta mañana en Valencia: la A-7, colapsada
- Sillas y mesas por los aires en una batalla campal en pleno centro de València
- Así son las primeras viviendas industrializadas y 'pasivas' de alquiler asequible de València
