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Opinión | Entre Bambalinas

València

Juan del Val, su nombre suena y que su cara vende

El nombre del ganador de Premio Planeta ha generado sorpresa, ironía y resignación porque lo mediático se impone sobre lo literario

Juan del Val con el Premio Planeta 2025

Juan del Val con el Premio Planeta 2025 / Elperiódico

¿Han leído a Juan del Val?, ¿sabían que además de polemista es escritor? Pues, a juicio del jurado del Premio Planeta, es un gran escritor. Tanto, tanto, como merecedor por ‘Vera, una historia de amor’ del premio literario español más prestigioso y del millón de euros que lo acompaña. Sí, han leído bien, un millón de euros. Y un año más, como ocurrió con Sonsoles Ónega, su compañera de cadena televisiva y del mismo grupo que entrega el premio, la polémica está servida. No por la historia, que habrá que leerla, sino por lo que avala literariamente a su ganador.

Reconozcamos que el fallo ha generado sorpresa, ironía y resignación porque, pese a su larga tradición, el premio lleva tiempo caminando entre dos mundos: el de la literatura y el del espectáculo donde lo mediático se impone sobre lo literario.

Juan del Val no es un desconocido. Tiene varias novelas publicadas y un público fiel que devora sus pícaras historias. Pero seamos sinceros: es más conocido por su desparpajo televisivo y su presencia en la vida pública junto a Nuria Roca que por sus novelas. En otras palabras, es más un personaje popular que un referente literario.

Y quizá precisamente por eso ha ganado el Planeta. No porque carezca de talento, que lo tiene, sino porque encarna el perfil que el premio parece buscar desde hace tiempo: alguien conocido, capaz de generar titulares, de multiplicar las ventas y de ocupar espacio en los medios. Lo que antes era un reconocimiento a la excelencia narrativa (Torrente Ballester, Gala, Vargas Llosa, Millás, Mendoza.... ) hoy parece más una operación de marketing editorial.

La paradoja es que el Planeta no necesita justificar su relevancia. Es un premio poderoso, mediático, con una maquinaria publicitaria envidiable. Pero la elección de sus últimos ganadores refuerza la percepción de que más que premiar la mejor novela del año, busca lo vendible . Y el caso de Del Val no es una anomalía, sino un reflejo del tiempo que vivimos, donde los límites entre cultura, entretenimiento y espectáculo se desdibujan hasta confundirse.

Mientras, muchos autores que viven exclusivamente de la escritura, andan estos días frustrados con el veredicto por el triunfo de la visibilidad sobre la lectura.. Porque, en el fondo, saben que tal y como están las cosas, la literatura que se escribe en silencio y se defiende sin micrófonos, rara vez se premia con un millón de euros.

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