Opinión | En el barro
Demasiados fantasmas sobre la memoria
En un país donde la ruptura política con el franquismo ha sido parcial y entre demasiados silencios, la memoria histórica y la lucha contra ETA no han quedado al margen de la guerrilla partidista, como hubiera sido deseable para una convivencia más sana

Manifestación de manos blancas contra ETA. / Levante-EMV
He visto estos días Un fantasma en la batalla, una de esas películas que casi ni se exhiben en cines y pasan sin solución de continuidad a una plataforma (Netflix). Nuevos tiempos. Como en La infiltrada, la cosa va de un topo en las entrañas de ETA. De manera sobria, con pocos efectismos, con uso frecuente de imágenes reales de televisión y sin caer en maniqueísmos ni tramas paralelas dulzonas, el filme refresca una historia cercana y llena de dolor pero sobre la que parece que ha caído un veloz olvido: el asesinato de Gregorio Ordóñez, la matanza de Hipercor, la muerte de Francisco Tomás y Valiente, la de Ernest Lluch, la de Fernando Buesa, el interminable secuestro de Ortega Lara y, claro, la ejecución en un bosque del concejal Miguel Ángel Blanco.

Fotografía tomada el 19 de junio de 1987, tras el atentado de ETA en el supermercado Hipercor de Barcelona, en el que murieron 15 personas. / Efe
Por suerte, hemos pasado de la sangre, las manos blancas y los autobuses ardiendo cualquier tarde en el Bulevar de San Sebastián a la vida normal en Euskadi. ¿Por suerte solo? No. Lo que rescatan estas películas también es el trabajo silencioso y certero de las fuerzas de seguridad, que (gobernara quien gobernara y superado el error de la guerra sucia de los GAL) fueron ganando la batalla a ETA al tiempo que las decisiones estratégicas de la banda la dejaban cada vez más aislada y reducían su base social.
ETA vuelve a ser actual en estas tierras porque el Consell ha decidido enviar el nombre del exministro de Sanidad socialista Ernest Lluch a allí donde habita el olvido. Y eso justo después de haber iniciado el curso político con el último movimiento para situar a ETA en los currículums de Secundaria.
Ya no es que eso de la memoria democrática (o histórica) importe más o menos si de lo que se habla es del franquismo o de ETA, sino que incluso el propio terrorismo importa más o menos en función del nombre en cuestión. Como si unas víctimas lo fueran más que otras.
Lo del congreso de la diputación son zancadillas de baja estofa frente a lo realmente importante: una memoria de la que sacar lecciones cuando la Historia se vuelve a poner cruda
En un país donde la ruptura política con el franquismo ha sido parcial y entre demasiados silencios, la memoria histórica y la lucha contra ETA no han quedado al margen de la guerrilla partidista, como hubiera sido deseable para una convivencia más sana. ¿Cómo se puede explicar si no que permanezcan 11.000 víctimas de la Guerra Civil en fosas comunes en 2025? ¿Cómo si no que aún sea objeto de discusión qué presidente del Gobierno acabó con ETA? Y lo vemos hoy mismo, cuando el PSOE evita que el mismo Rodríguez Zapatero y otra alto cargo comparezcan en el congreso de memoria que organiza la Diputación de Valencia, en manos de PP y Ens Uneix. Zancadillas de baja estofa frente a lo realmente importante: una memoria de la que sacar lecciones cuando la Historia se vuelve a poner cruda. Demasiados fantasmas.
A veces, en este país nos empeñamos en hacer creer que no tenemos remedio.
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