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Opinión

València

La fragilidad de una paz unilateral

Desde el asesinato de Isaac Rabin hace 30 años, no ha habido quien muestre esa convicción por un final pacífico a un enfrentamiento centenario

Un bulldozer retira piedras en las ruinas de Gaza, este domingo.

Un bulldozer retira piedras en las ruinas de Gaza, este domingo. / Ahmad Salem

Era inevitable apreciar escepticismo en relación con el plan de paz para Gaza rubricado hace una semana en Egipto, pero la necesidad de abrazar alguna esperanza por frenar el desgarro ante tanta muerte y destrucción lo convirtió en un clavo ardiendo al que agarrarse. La posibilidad del fracaso no es una quimera a tenor de la propia historia de esta contienda, pero que Israel haya bombardeado la Franja y bloqueado la entrada de ayuda humanitaria rompiendo el acuerdo de alto el fuego tan solo cinco días después de su firma es demoledor. Todo con el correspondiente cruce de acusaciones sobre quién empezó primero. Es como ver la fragilidad de un conflicto en constante déjà vu.

El 4 de noviembre se cumplirán treinta años del asesinato del expresidente de Israel, Isaac Rabin, a manos de un judío ultranacionalista. Desde entonces, no ha habido quien muestre esa convicción por un final pacífico a este centenario enfrentamiento que, por otro lado, solo puede entenderse desde el reconocimiento de los dos estados. Ahora bien, el nivel de agresividad bélica ejecutada por Israel contra el pueblo palestino tras el atentado del 7 de octubre de 2023 es tan elevado que evitar el naufragio de este pacto no puede ser una aspiración sino una obligación para la comunidad internacional. A pesar de la unilateralidad de su impulso por parte del supremacista presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El hecho de que este proceso de paz se encuentre en una fase embrionaria -todavía es, prácticamente, un acuerdo de tregua-, permitiría el cambio de perspectiva hacia el multilateralismo. Parece que aún se está a tiempo, pero la reacción en ese sentido no puede esperar porque la rapidez con la que Trump cerró el acuerdo y la ausencia de un verdadero diálogo de mayor amplitud debilitan la situación. Y, en ese contexto, la Unión Europea debería abandonar la posición de mero espectador y asumir en primera persona un papel mayor que permita afianzar el compromiso por mantener la estabilidad del momento actual para la posterior consolidación del proceso de paz. Si este plan fracasara, después de la brutalidad de Netanyahu contra el pueblo palestino, será muy difícil recuperar una mínima posibilidad de paz en el futuro. Y lo peor, seguirán muriendo muchas personas. El impulso del acuerdo ha sido unilateral, sí, pero la garantía para su fortaleza y consolidación solo cabe entenderla desde el multilateralismo.

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