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Opinión | La veleta de papel

Armisticio

Palestinos regresan a lo que queda de sus barrios en el norte de ciudad de Gaza tras la retirada de las tropas israelíes por el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás

Palestinos regresan a lo que queda de sus barrios en el norte de ciudad de Gaza tras la retirada de las tropas israelíes por el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás / Europa Press/Contacto/Omar Ashtawy

Los gazatíes necesitaban detener los asesinatos sistemáticos de su gente, era y es insoportable lo que ese pueblo ha sufrido en los dos últimos años, las cifras de muertos es indecente. Las frases y hechos a los que hemos asistido son inhumanos y no existe una palabra que sea suficiente para plasmarlo.

Que el señor dorado de inmeritorio Nobel, sea el aval principal de la firma (sin Israel ni Palestina) en Sharm el-Sheikh de la reedición del armisticio de Rethondes de 1940 es muy significativo. Sí, lograr esta momentánea tregua es motivo de celebración. Pero esto no es la paz, es la capitulación del pueblo palestino, al que no le reconocen ni el derecho a existir. Hamas además de intolerantes y sectarios, es un grupo terrorista que atacó a Israel de manera salvaje y merecían castigo, pero sirvieron de excusa a quienes pretenden el Gran Israel y buscan eliminar a los palestinos (después serán otros) de su propia tierra. La semana pasada firmaron ese trampantojo para apaciguar la crítica de la opinión pública occidental y nadie será tan ingenuo que piense que el emperador tintado, el gobierno xenófobo israelí o los ladrones (eufemísticamente colonos) de tierra ajena, vayan a respetarlo, de hecho ya están violándolo. Ellos armaron a Hamas, ahora a clanes palestinos, con la finalidad de seguir con el genocidio por cualquier medio hasta que no quede nadie en Palestina.

Son los irredentes sionistas insospechados alumnos aventajados de los nazis; ni toda la sabiduría del pueblo judío sirve para la cordura. Existen demasiados intereses para destruir esta tregua. Israel continúa impidiendo entrar la imprescindible ayuda humanitaria, siguen bombardeando y matando, agrediendo a sus vecinos. Israel no recuperará la solidaridad y respeto de millones de personas ofendidos por su comportamiento. Cada día aumentan los que abominan de Israel y por analogía (injusta) de lo judío. Jamás lograrán la paz para Jeru-shalem: así jamás. Ojalá me equivoque. Lo peor es que sus métodos y acciones, serán imitados por otros en su carrera hacia la locura más infame.

Es verdaderamente lamentable ver como un estado cae bajo el influjo de una ideología maligna, nociva para la humanidad. Es inaceptable y degradante alegrarse de la muerte de personas, de cualquier edad o sexo. Deberíamos pensar en un término que pueda definir a este tipo de persona, indolentes, despiadados, cobardes y crueles, sin un ápice de humanidad. En la historia hubo diversos estados acaudillados por este tipo de seres, que cayeron en esa espiral de locura que siempre, siempre, termina en la muerte de decenas de miles, sino millones de humanos sacrificados en el altar de un Baal moderno pero muy antiguo. Son una minoría, gracias a Dios, pero aparentan ser demasiados.

No quiero terminar sin referirme a los tres días del Tribunal Permanente de los Pueblos celebrada hace poco en Madrid para documentar el apartheid de género contra las mujeres impuesto por los talibanes en Afganistán. He usado la disciplina para leer los escalofriantes testimonios de las mujeres durante esos días; si leerlo no resulta fácil, imaginémonos por un momento lo que será vivirlo. Clama al cielo la infamia que allí se está cometiendo. Cómo es posible que a una mujer, por serlo se le prohíba amar, reír, hablar, mirar, vivir… Nacemos de mujer y sin ellas ni existiríamos. Aquel país está tan olvidado que los medios de comunicación informan muy poco de lo que allí ocurre que en muchísimos casos es directamente atrocidades. Nadie es ni mejor ni peor por razón de sexo, raza, origen social o fe. ¡Que nadie olvide a las mujeres de Afganistán (ni a las de Irán), por Dios!

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