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Opinión

València

Un año, una dimisión

En democracia la extensión de la responsabilidad política se entiende en un sentido que va más allá de lo estrictamente legal

Carlos Mazón, en el Palau de la Generalitat.

Carlos Mazón, en el Palau de la Generalitat. / Rober Solsona - Europa Press

La política en estos tiempos líquidos tiene en la imprevisibilidad uno de sus grandes rasgos. Aquí la legislatura quedó herida el 29 de octubre, no tanto porque se produjera el fenómeno natural en sí como por la nefasta actuación política del Consell en aquel día, en aquellas horas. Hoy se celebra la manifestación que rememora el primer aniversario y no será una más, porque esa marea humana recorrerá las calles como un escalofrío para recordar que las muertes se podrían haber evitado. Y esa es la cuestión de fondo, aunque no lo quieran admitir quienes, de una u otra forma, deben responder por ello.

En democracia, la extensión de la responsabilidad política se entiende en un sentido que va más allá de lo estrictamente legal, me refiero al plano de la moral. Y esto es algo que se establece desde lo individual a lo colectivo, tanto en la política como en la vida social. En el caso de la política, a la persona titular de un determinado poder se le requiere ciertos valores en su conducta en aras a preservar el conjunto de normas morales que deben regir este espacio y su comunión con la sociedad.

Y ese es el quid de lo que viene ocurriendo en la Comunitat desde que el 29 de octubre el president de la Generalitat optara por abdicar de sus responsabilidades. Algo que ha reconocido él mismo en diferentes medios de comunicación al afirmar que no tuvo nada que ver con ninguna decisión, o no decisión, en torno a la gestión de la emergencia. Lo peculiar es la disonancia política entre lo legal y lo moral que se ha generado a partir de todo esto. Un ejemplo clarificador es la cuestión de si debe o no asistir al funeral de Estado pues políticamente debe estar, pero moralmente es complicado sostener su presencia. Y así todo.

La responsabilidad moral es individual, desde luego, pero en casos como este en los que no se asume en relación con lo que se representa es normal que se le exija por parte de la ciudadanía. Mantenerse a través de excusas y vagas razones solo incide en una concepción un tanto maquiavélica de la política en el sentido de hacer prevalecer la conservación del poder por encima de su dimensión moral. Un año y una dimisión: la del día en el que lo necesitaba el pueblo valenciano.

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