Opinión
Decíamos ayer
Los responsables valencianos del desastre del día 29 de octubre de 2024 están de enhorabuena: no les pasará nada. En España nunca pasa nada…

Representantes de las organizaciones convocantes de la manifestación 'Mazón dimisión', el pasado martes frente al Palau de la Generalitat / Levante-EMV
Fray Luis de León, uno de los grandes autores de la literatura española, fue encarcelado durante cinco años por la Inquisición, la cual lo acusaba, entre otras cosas, de haber traducido (¡) el Cantar de los Cantares. Parece que, al reinciar su docencia en la Universidad de Salamanca, Fray Luis comenzó su primera clase con la frase "Decíamos ayer”. Se non è vero, è ben trovato. Tan adecuado para glosar ciertas circunstancias resulta este “decíamos ayer”, que Unamuno lo empleó también a su vuelta del destierro que la había impuesto el dictador Primo de Rivera en Fuerteventura. En ambos casos, la frase implicaba la entereza de reiniciar la vida anterior pese al trauma que ambos escritores habían padecido. Pues bien. En Valencia va a celebrarse un funeral de estado “blindado” (?) por las víctimas de la dana y, al mismo tiempo, el sábado hubo una enorme manifestación para exigir la dimisión del presidente de la Generalitat Valenciana por su incomprensible y, desde luego, ignominioso comportamiento aquel día trágico. No me imagino qué podríamos estar diciendo ayer hace un año, 29 de octubre de 2024, los ciudadanos valencianos, y mucho menos, los que padecieron la dana en sus haciendas o, peor aún, en la vida de un miembro de su familia, como sucedió en 231 casos: resulta muy duro resetear tu discurso y volver atrás cuando lo único que te queda es una congoja que te hace un nudo en la garganta, una rabia que no sabes cómo acallar y llanto, mucho llanto.
Aun así la vida sigue y la tendencia natural del ser humano ante una tragedia es hacer tabula rasa y reiniciar su mapa mental de valores, recuerdos y aspiraciones. En el caso de la dana el problema es que no cabe un “decíamos ayer” porque los afectados por el desastre del 29-O no tienen (tenemos) garantía alguna de que la situación injusta desaparecerá dentro de un tiempo. Fray Luis era consciente de que la Inquisición acabaría por ser suprimida, como de hecho ocurrió en 1808. Unamuno, que se pasó cuatro meses en Fuerteventura en 1924, sabía también que la dictadura primorriverista estaba en fase terminal, y en efecto, cayó en 1930. Por desgracia, los valencianos no lo tenemos tan fácil. Todo parece indicar que la falta de legitimidad de este gobierno autonómico solo cesará cuando las urnas impongan un cambio de gobierno de otro partido, y hasta del mismo, aunque lo tengo por altamente improbable. Sería muy fuerte que, si tal cambio no se produce pronto, todo siguiese igual en el organigrama de la Generalitat.
Desgraciadamente, quienes sí pueden cantar su particular “decíamos ayer” no están aquí del lado de las víctimas, sino del de los verdugos. ¿Se acuerdan de todos aquellos políticos que desoyeron los avisos relativos al mal estado de los barrancos y a quienes se les llenaba la boca afirmando que todo estaba controlado? ¿Y de aquellos -no solo políticos, sino sobre todo supuestos especialistas-, obstinados en negar el cambio climático del que vienen alertando voces científicas autorizadas desde hace años? ¿Cómo es posible llegar a ser tan obtuso? Parece que la inquisición y las actitudes dictatoriales siguen vigentes entre nosotros.
Desde algunos medios empieza a difundirse la especie de que la devastación de la dana fue debida a una trágica fatalidad y que el extraordinario desarrollo urbanístico e industrial de l’Horta Sud merece recuperar su antiguo esplendor. Y ahí tienen a nuestros responsables políticos tan ufanos de seguir por el “mismo camino del trabajo, de la gestión, de los hechos y de la recuperación” (discurso de Mazón en las Corts, 16 de octubre de 2025). No me hagan reir o, mejor dicho, llorar: ¡mira que alardear del “mismo” camino que sentó las bases del desastre! De momento todo lo que hemos sacado de este “mismo camino” es que la dana ha provocado el cierre de 460 comercios y un centenar de empresas industriales en la zona del desastre, según un análisis de Cámara Valencia. Quousque tandem abutere, Mazón, patientia nostra?
Claro que la desfachatez no es privativa de cierta clase política valenciana. El caso más parecido que recuerdo al de la dana sucedió el 7 de agosto de 1996 cuando una riada se llevaba por delante la vida de 87 personas en un camping de Biescas. El dueño del camping, se había saltado todas las prohibiciones sobre ubicación de campings en zonas inundables. ¿Saben cuál fue la reacción de los gobernantes?: desestimar los enjundiosos argumentos que dio en las Cortes de Aragón el representante del Instituto de Geografía del CSIC. ¿Y la del sistema judicial?: archivar la causa penal por considerar que la tragedia era imprevisible. ¿Y que fue del dueño del camping?: no le pasó nada, se fue de rositas, aunque tuvo que devolver el dinero que había cobrado del seguro para repartirlo entre los deudos de las víctimas. Así que los responsables valencianos del desastre del día 29 de octubre de 2024 están de enhorabuena: no les pasará nada. En España nunca pasa nada…, hasta que un buen día la gente se harta y luego no haya manera de pararla.
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