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Opinión

Las que no se borran

Rosa Álvarez y Mariló Gradolí atienden a los medios.

Rosa Álvarez y Mariló Gradolí atienden a los medios. / Redacción Levante-EMV

La pinza Vox-PP ha impulsado una propuesta para eliminar la paridad de las comisiones de les Corts y el uso no sexista del lenguaje en las comunicaciones oficiales. Una iniciativa en absoluto menor. Nombrar a las mujeres, garantizar su presencia en los espacios de poder y desterrar los estereotipos de género en el lenguaje no son formalismos ni caprichos lingüísticos, sino herramientas reconocidas internacionalmente para avanzar hacia la igualdad real. Eliminarlo es dar un paso atrás y abrazar el negacionismo de Vox, con un PP que se pliega por conveniencia en ese camino que, según las encuestas sobre intención de voto, es sobre todo suicida.

La propuesta de reforma del Reglamento de les Corts busca retirar el lenguaje inclusivo —dejando solo lo “recomendado por la RAE”— y suprime la regla de “cremallera” que asegura la representación paritaria. También relega comisiones clave en materia de igualdad y derechos humanos bajo la excusa de simplificar estructuras. Un cambio simbólico y político que borra visibilidad, representación y espacios ganados a pulso por años de lucha.

El negacionismo no es sólo negar la desigualdad estructural que padecen las mujeres; es querer perpetuarla, mantener el statu quo que privilegia a unos y excluye a otras. Parece claro que hay quienes siguen sintiéndose incómodos ante las mujeres que plantan cara, que se atreven a señalar injusticias, que no encajan en un molde dócil y agradecido, que no mienten, ni se esconden, ni intentan borrarse.

Y precisamente ahora, cuando ayer se cumplió el primer aniversario de la dana, conviene poner en valor a algunas de esas mujeres incómodas que, desde lugares muy distintos, están sosteniendo la esperanza y la justicia. A la jueza Nuria Ruiz Tobarra, que resiste las presiones y sigue investigando con rigor las decisiones políticas y administrativas que marcaron aquella tragedia. A Mariló Gradolí y Rosa Álvarez, que representan la dignidad de las víctimas, sin cansarse de exigir verdad, reparación y memoria frente a la indiferencia institucional. Y, a muchas otras, como Toñi García, firme, pese a ese dolor insoportable que la acompaña tras haber perdido a su hija y a su marido. Mientras la derecha intenta borrar a las mujeres del lenguaje y de los espacios institucionales, ellas y otras muchas, construyen los suyos propios, desde la dignidad y a prueba de borrado.

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